El
Cristo de los Desagravios y Misericordia, conocido popularmente como el Cristo de los
Faroles es una
escultura situada en la
Plaza de Capuchinos y fue realizada por el
escultor Juan Navarro
León en el año 1794 siendo su promotor el capuchino franciscano Fray Diego José de
Cádiz.
Según una leyenda, al poco tiempo de colocar aquí la talla del Señor empezó a correr el rumor de que, cada vez que caía el sol, a las doce en punto, «unos pasos firmes y decididos se escuchaban subir por la Cuesta del Bailío». Un hombre, esbozado en su capa negra, ascendía por los escalones, entraban en la plaza y, prácticamente sin tocar el suelo, se colocaba frente a la imagen. Después, tras permanecer unos instantes de pie, rezaba algo que nadie oía y desaparecía. Nadie ha podido ver nunca su rostro ni seguir sus pasos.