A Olula, este terruño que sólo baña el Almanzora cuando el
cielo descarga su ira sobre el
valle, llegamos gentes de todos sitios: antes de
pueblos cercanos, ahora de otras naciones. Aquí, donde ni el
agua del grifo podemos beber. Aquí, donde no tenemos ni
gótico ni
románico. Aquí, donde
Madrid queda tan lejos. Aquí es donde nos trajeron nuestros padres. Y si bien no podemos medirnos en belleza con otros pueblos más agraciados, si que podemos engrandecernos con el encanto y la gallardía de esta tierra.
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