Recientemente, todos aquellos pertenecientes a la confesión católica, la más poderosa en términos económicos y en cuanto a influencia se refiere, han quedado huérfanos de su máximo dirigente, el Papa. El cardenal Ratzinger, que ejercía el cargo de máximo representante de Dios en nuestro mundo, presentaba su dimisión sorprendiendo a propios y extraños, algo que ninguno de los vivos habíamos conocido.
Unos lo achacan a su edad, diciendo que, con el paso de los años y por su avanzada edad este hombre se ha quedado sin fuerzas para continuar pastoreando a sus ovejas. Otros alegan que ha tenido presiones por parte de la curia. Y no nos olvidemos del caso Vatileax, donde se han sacado al aire asuntos que los altos mandatarios eclesiásticos no tenían ningún interés en que fueran conocidos. También se habla de las pugnas por el poder, ya que es un cargo muy goloso para todo ambicioso, es el hombre más poderoso del mundo, religiosamente hablando. Otra teoría es la investigación que Benedicto equis uve palito encargó a varios cardenales de su confianza, y que llegaron a destapar conspiraciones, prostitución y tráfico de dinero dentro de ese pequeño estado llamado Vaticano.
Sea lo que sea, lo que es cierto es que el pájaro ha volado, y, mientras unos lamentan su ida, otros se frotan las manos pensando que ahora les toca a ellos, ahora sí.
Todo esto nos demuestra, una vez más, la gran mentira que representa esa multinacional llamada iglesia católica, que, cuando el aire no sopla a su favor ponen en marcha el motor mecánico y dejan atrás esa racha de viento que no le llevada donde quería.
Sea quien sea el que decida a partir de ahora el destino de la iglesia, no se podrá olvidar de que, para su elección se ha tenido en cuenta la decisión de varias “personas” implicadas en casos de violaciones sexuales, claro que, dicen, que es el espíritu santo quien baja del cielo e ilumina a todos los miembros del cónclave. A ver si esta vez ese palomo, a la vez que baja, aprovecha el viaje y le saca los ojos a esos pederastas y le da a cada uno lo que merece. Eso sí, tendrá que mirar a ver quien elige al nuevo papa, porque, si de verdad imparte justicia entre los cardenales, seguro es que el cónclave se quedará vacío, como sus corazones.
Sr. Espíritu Santo, o como mande el protocolo dirigirme a usted, si no aplica justicia sobre los suyos, que no lo hará pues no es más que una fábula, váyase usted a hacer puñetas.
Un saludo.
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