Las palabras son como monedas, que una vale por muchas como muchas no valen por una. Las palabras que no van seguidas de hechos, no valen nada.
La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio. Con buenas palabras se puede negociar, pero para engrandecerse se requieren buenas obras.
Mejor es prevenir que curar. Cuando se está en medio de las adversidades, ya es tarde para ser cauto.