El largo tómbolo arenoso permitía a los navíos fondear en cualquiera de sus lados, para protegerse tanto de los fuertes vientos que procedían del
mar como de los que soplaban desde tierra. Este
puerto privilegiado y la estratégica posición de Gadir, donde se anudaban los
caminos que unían la Europa atlántica y el Próximo Oriente, el norte de África y el sur de Europa, explican la importancia de la ciudad y su temprana fundación.