Señora del océano, Gadir era la cabecera de las rutas fenicias que unían los dos extremos del Mediterráneo, y también el
puente con los espacios desconocidos que se extendían más allá del horizonte, por donde se aventuraban los intrépidos navegantes fenicios. Gadir era una ciudad de geografía particular. En realidad, se trataba de un archipiélago formado por tres islas: las Gadeirai, las "gaditanas". Las dos más occidentales, a las que conocemos por sus nombres griegos de Eritheia y Kothinoussa, estaban unidas por un tómbolo, una barrera arenosa formada por los sedimentos que el
río Guadalete depositaba al verterse en el
mar. La tercera isla, al este, era la de Antípolis.