PASTOR
Pastor que con tus silbidos amorosos
me despertaste del profundo sueño;
tú, que hiciste cayado de este leño
en que tiendes los brazos poderosos;
Vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y tu palabra de seguirte empeño,
tus dulces silbidos y tus pies hermosos.
Oye, Pastor, que por amores mueres;
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres,
espera, pues, y escucha mis cuidados.
Pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies clavados?
Lope de Vega
... (ver texto completo)