¿Habrá gente que no tenga que levantarse más que para ir al
mercado, o a la propia
huerta, a por el producto del día y, de regreso a
casa, tomarse un vinito terapéutico y luego ponerse a guisarlo al amor de la lumbre antes de echarse la
siesta o bajarse a echar una partidita con su paseíto correspondiente, a media tarde, parando en el
bar de abajo a tomarse una cañita y marchar a ponerse las zapatillas y la bata guateada para ver la tele o el libro de cabecera?