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Mensajes de MEMBRIO (Cáceres) enviados por José Luis Bernal:

Cristo le miraba amorosamente, fijando en él los grandes y meditabundos ojos. Y como Eudoro se confundiese en protestas de humildad, preguntando por qué se había dignado el Señor visitar aquella casa, respondió lentamente:
Eudoro se levantó con ímpetu irresistible, y postrándose rostro contra el suelo, vino a besar y a empapar de lágrimas los pies del mendigo, conociendo que era Cristo, Hijo de Dios, y que, en aquella noche venturosa, por fin se había aproximado el cielo a la tierra.
Así que hubo saciado el hambre, el mendigo, tomando el pan que estaba sobre la mesa, lo partió y ofreció la mitad a Eudoro. Y al ejecutar tan sencilla acción, Eudoro advirtió una imperceptible claridad que, naciendo en las sienes, rodeaba toda la cabeza del mendigo y jugaba en sus cabellos, como el sol juega en el irisado plumaje de un pájaro.
Sonreía dulcemente, y Eudoro le sirvió con reverencia, no atreviéndose a sentarse hasta que se lo ordenó el pobre. Comieron en silencio; pero Eudoro experimentaba un bienestar inexplicable, y parecíale tan suave el yugo de la vida y tan ligera la carga de todos sus dolores pasados, que su corazón, inundado de gozo, se quería derramar en un llanto más refrigerante que el rocío de la mañana.
sorpresa que ni era viejo, ni feo, ni tenía enmarañado el pelo, ni sucias las manos, según suelen los mendigos; en cuanto a edad, representaba unos treinta años a lo sumo, y su rostro oval y su cabellera rubia, partida y flotante en bucles, eran de admirable belleza.
Subieron la escalera uno tras otro: Eudoro encendió luz y pasó a la cocina a calentar el caldo de la víspera y la humilde pitanza; al entrar en el comedor, llevando la tartera olorosa, pudo ver la cara del pobre, que le esperaba sentado a la mesa ya, y notó con
Casi llegaba a la puerta de su casa, cuando he aquí que le sale al camino un mendigo, descalzo, harapiento, encorvado, pidiéndole en voz lastimera, no dinero, sino algo de comer. «Me caigo de necesidad», gemía el pordiosero, y Eudoro, tomándole de la mano: «Vente conmigo -le dijo benignamente-. Partiremos la cena... y dormirás al abrigo del temporal y de la lluvia
y de pronto volvió; iba armado; cargando con denuedo a los asesinos, los obligó a emprender precipitada fuga. Antes que el socorrido le diese las gracias, Eudoro se alejó también.
Una noche, pasando por cierta calle desierta, Eudoro vio a un hombre que se defendía de tres que ya le tenían acorralado e iban a darle muerte. El farol contra el cual se apoyaba le alumbraba el rostro de lleno y Eudoro reconoció a su enemigo. Tuvo un instante de fluctuación; quiso alejarse...,
porque estimaba su honra y sufría vergüenza horrible al verse infamado y notar que se apartaban de él las gentes con desprecio. En su espíritu germinó un odio tenaz contra el calumniador, y la sed de venganza le amargó la boca.
Eudoro se retiró a su casa, y descorazonado, imaginando que ya nunca se aproximaría al cielo, se dedicó a una vida activa, laborista y modesta, emprendiendo algunos negocios de los cuales se prometía lucro. El socio que admitió gozaba fama de probo; sin embargo, lo cierto es que engañó a Eudoro malamente, despojándole de su capital y haciéndole pasar ante el mundo por tramposo y estafador. Esto último fue lo que más dolió a Eudoro,
Fuese lo que fuese, Eudoro practicó terribles asperezas consigo mismo; descalzo, debilitado por el ayuno, acardenalado por las disciplinas, de rodillas en la celda, cuyas desnudas paredes aparecían salpicadas de sangre, se pasó las noches enteras velando y pidiendo a Dios, entre lágrimas y sollozos, que se dignase aproximarse a su siervo. Fue inútil: solo el triste aullido del viento en los árboles del huerto conventual respondió a sus llamamientos desesperados. Entonces salió del convento sin profesar, ... (ver texto completo)
Eudoro ascendía por la áspera cuesta de la mortificación, creyendo que así se aproximaba a la gloria, y no tanto por merecerla después de su muerte, como por sentirla en vida, por cerciorarse de su realidad. Juzgo evidente que el demonio del escepticismo era quien a la sordina inspiraba tales anhelos, porque si Eudoro estuviese completamente seguro de que al morir el cielo se abre al que lo gana, no experimentaría tan ardiente afán de percibirlo, de acortar distancias, y, por decirlo así, de tocarlo ... (ver texto completo)
Persuadido de que el claustro está bastantes peldaños más cerca del cielo que de la sociedad, Eudoro -así se llamaba el creyente- entró de novicio en los Carmelitas. Espantó a sus hermanos el fervor de su vida monástica, y cuenta que en el convento estaban acostumbrados a ver austeridades y adivinar rigores que la humildad encubría. Los de Eudoro, sin embargo, pasaban de la raya y llegaban a asombrar a los viejos, curtidos por una vida entera de maceraciones, verdaderos veteranos de la penitencia.
La cena de Cristo

Había un hombre lleno de fe, que creía a pies juntillas cuanto nos enseñan la religión y la moral, y, sin embargo, tenía horas de desaliento y sequedad de alma, porque le parecía que el cielo dista mucho de la tierra, y que nuestros suspiros, nuestras efusiones de amor, nuestras quejas, tardan siglos en llegar hasta el Dios que invocamos, el Dios distante, inaccesible en las lumínicas alturas de la gloria. No dudaba de la realidad divina, pero la creía muy alta y había llegado ... (ver texto completo)
Y como levantase los ojos hacia el rostro de Jesús, vio en él una súplica, un ansia tan viva y tan amorosa que, inspirada, juntó las manos y recogió en el hueco de ellas aquel sincero llanto de contrición, y alzándose hasta Jesús, lo llegó a su boca. Por primera vez, en lugar del acongojado «Sed tengo», Jesús respondió a la Magdalena abriendo los labios y bebiendo ávidamente, al par que transfiguraba su rostro una expresión de inefable dicha.

Emilia Pardo Bazán
alfombras, los pobres, a su puerta, esperaban como perros las migajas del festín, y las mujeres de bien, velándose el rostro, apresuraban el paso para no oír las risotadas y las canciones impúdicas. Por eso, sin duda, no podía disfrutar ahora el consuelo de aplacar la sed de Cristo, sed que neciamente creyó satisfacer con el vino de la gula, la ambrosía del placer o la sangre de la venganza. Y al recapacitar, ablandábase poco a poco el corazón de la pecadora, y subiendo a sus ojos el agua del arrepentimiento ... (ver texto completo)
María Magdalena cayó al pie de la cruz, desplomada, retorciéndose las manos y arrancándose a mechones las rubias y sueltas guedejas. Su impotencia para aliviar la sed de Cristo la enloquecía, y principió a acusarse interiormente de su impura existencia, sintiendo sobre la frente humillada el rubor y la pena de tanta disipación, del seco erial de su conciencia, donde no tuvo asilo la piedad. Muchas noches, mientras ella derrochaba oro en su opulenta mesa y se reclinaba sobre tapices tirios y pérsicas
Y con este pensamiento, Magdalena se acercó a uno de los sayones, el mismo que había fijado sobre la cabeza de Cristo la escarnecedora placa del Inri, y, engañándole, le llevó lejos del Calvario, a un lugar desierto, y aprovechando su descuido le hirió en el cuello con su propia espada, empapó la caliente sangre en una esponja y volvió segura de que Jesús bebería. Y esta vez, al contrario, fue cuando Cristo, con sobrehumano impulso, se irguió sobre los traspasados pies, y exclamó con fúnebre entonación: ... (ver texto completo)
Entonces Magdalena, víctima de la tentación, sintió redoblar su amargura. Los resabios de los años de iniquidad resurgieron, porque el pecado deja sedimentos en el alma y sube a la superficie apenas lo remueve la pasión, y aunque la doctrina de Cristo había inflamado el espíritu de aquella mujer, faltaba todavía que la penitencia la purificase y destruyese la vieja levadura. Sucedió, pues, que Magdalena, ofuscada por el dolor de ver que no sabía estancar la sed de Cristo, se imaginó que el Cordero ... (ver texto completo)
maravillosamente cincelada, donde chispeaba un licor transparente, rosado, de fragancia embriagadora, que trastornaba los sentidos. Llena de gozo, Magdalena estrechó contra su pecho la sagrada ambrosía y sólo pensó ya en ofrecérsela a Jesús, porque era imposible que aquel licor glorioso, escanciado por Ganímedes, no arrebatase el alma del mártir, haciéndole olvidar sus dolores. Sólo con llevar la copa de ambrosía en las manos sentíase Magdalena presa de dulce fiebre y deliquio, y la Naturaleza le ... (ver texto completo)
En su desconsuelo y en su enojo contra sí misma por no haber acertado, reverdeció más y más en la Magdalena la memoria de su escandalosa juventud. Bien presente tenía que un patricio romano, epicúreo fastuoso, lector de Horacio y algo poeta, que por la hermosa hierosolimitana hizo mil locuras, solía hablar de los banquetes del Olimpo pagano y de la misteriosa virtud e incomparable esencia del néctar de los dioses, que infunde la felicidad e inyecta vida a oleadas en las venas exhaustas y en el cuerpo ... (ver texto completo)
Con la penetración del amor -porque en verdad os digo que no hay nada que ilumine el entendimiento de la mujer como amar mucho y de veras-, Magdalena adivinó que Cristo deseaba otra bebida más exquisita y rara que el agua natural, y era necesario traérsela a cualquier precio. Mientras se precipitaba hacia Jerusalén, iba recordando que el despensero y mayordomo del tetrarca Herodes la había obsequiado antaño con un falerno añejísimo, ardiente como fuego y dulce como miel, del cual una sola gota es ... (ver texto completo)
No muy lejos del Calvario, sabía Magdalena que manaba, entre peñascos, purísimo y cristalino manantial. Pidió prestada una taza de arcilla a un hombre del pueblo de Jerusalén, de los que en tropel rodeaban la cruz, y se encaminó hacia la escondida fuente. Poco tardó en encontrarla, sintiendo profundo regocijo al pensar que aquella linfa fresquísima calmaría, siquiera momentáneamente, los sufrimientos del mártir. Surtía el chorro, más claro que cristal, de una grieta tapizada de musgo y finos helechos, ... (ver texto completo)
La sed de Cristo

Cuando desde la altura de su patíbulo, abriendo las desecadas fauces, exhaló Cristo la más angustiosa de las Siete Palabras, María Magdalena, que estaba como idiota de dolor, estrechamente abrazaba al tronco de la cruz, se estremeció y, recobrando energía y actividad, a impulsos de una compasión que la penetraba toda, se lanzó en busca de agua que aplacase la sed del moribundo Maestr
Saludos a todo el personal.
Un saludo pisaera! Como vistes la huelga? Yo un poco desanima, la gente ya no sabe que hacer! Ni a que atenerse, mucho miedo he visto.
Un saludo
Jefa, buenas noches. ¿Dónde vais a pasar la Semana Santa? Por lo que cuentas, no parece que vayáis a la playa. Prpara las cosas con tranquilidad y lo harás mucho mejor. Besos.
arr, he recibido el correo.
Que días más largos. Desde la 7 de la mañana danzando y todavía quedan cosas que preparar. Estoy últimando preparativos. Mochila, botas de caminar, otras para el agua, chubasqueros, bufandas, gorros de agua y sombrerito para presumir por la noche. Espero que no se me olvide nada. Buenas noches a todos.
Es lo que tiene cuando hay que salir de casa, y encima queremos hacer tantas cosas que para dos dias hay que llevar un trailer de maletas! Que cansancio sin duda. yo meto dos pantalones mudas en abuandancia, eso si, cuatro camisas y dos pares de zapatos comodos, claro está todo terreno y aviao pa 5 días.
Un saludo
José Luis, ¿qué tal por Salamanca? ¿Hay muchas procesiones en estos días? La verdad es que el marco que hay para ellas es muy bonito, pasa lo mismo que aquí, que tienen unos lugares maravillosos para los desfiles: está declarada de Interés Turístico Internacional.
He mandado un mensaje a esa dirección y me lo ha devuelto. Mira a ver si hay alguna letra o algún espacio que no cuadre. Saludos.
Hola arr! Por aquí con sol de momento y muy agusto. Aquí la Semana Santa comienza el Domingo y si hay muchas y buenas procesiones, y bastante gente. Hay no he visto nunca ninguna, pero si las hacen por el casco antiguo, tienen que ser tambien dignas de ver.
El correo que sale esta mal, no se porque separa las palabras cuando quiere, pero el correo es tal cual lo ves pero sin ningun espacio, todo seguido.
Un saludo para los dos.
No se si decir a todo el personal ausente o presente. Veo poco personal. Pero bueno andarán de camino. Saludos para todos.
Sentado en Su Trono

Sentado en su trono, rodeado de luz
a la diestra del Padre, gobierna Jesús.

Con ojos de fuego, con rostro de sol
cuando abre su boca, es trueno su voz.

Poderoso en majestad y reino,
Poderoso.

Poderoso en potestad e imperio,
Poderoso.

Un gran arcoiris corona su ser.
El es el cordero que pudo vencer.
El es el primero, El es el postrer
y arrojan coronas delante de El.

Poderoso, Poderoso, Poderoso.

Jesus Adrian Romero ... (ver texto completo)
ALELUYA

Aleluya, Aleluya, Aleluya al Señor.

Aleluya, Aleluya, Aleluya al Señor.

En el cielo y en la tierra te alabamos OH Señor.
Eres digno de alabanza y de suprema adoración.
Te proclamamos Señor.
Te proclamamos Señor. ... (ver texto completo)
Y AL QUE ESTA EN EL TRONO SEA EL HONOR
SANTO SANTO SANTO ES EL SEÑOR
REINA POR LOS SIGLOS CON PODER
TODO LO QUE EXISTE ES POR EL.

Jesus Adrian Romero
digno es el cordero de dios
el que fue inmolado en la cruz
digno de la honra y el poder
la sabiduria suya es
y mi canto unire
a millones proclamandote rey
y mi voz oiras
entre las multitudes cantar
al estar ante ti

al estar ante ti
adorando frente al mar de cristal
entre la multitud
en asombro alli me abre de postrar
José Luis, creo que este Miguel no es el que tu crees, sino otro que es primo del que tù conoces y tambien de mi padre (Manuel), tambien se llama Miguel Rodriguez, que yo sepa hay tres primos hermanos con el mismo nombre y apellido en la familia. Saludos
Hola A y J! No pasa nada, gracias por decirmelo y eso si abrazos y saludos para todos vosotros.
Iremos -si no pasa nada-. Espero que tangamos la oportunidad de conocernos.
Eso espero chenge!
AL PASAR EL ARROYO

Al pasar el arroyo de Santa Clara

se me cayó el anillo dentro del agua,

¡y ay, madre, madre!

Por coger el anillo cogí un tesoro,
... (ver texto completo)
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
de donde nunca bebí?
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
ANOCHE CUANDO DORMIA

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
caen como cuchillos
sobre mí desangrándome.
Y cada herida tiene
la forma de tu boca.

Pablo Neruda
hay un gran viento blanco
que derriba mi sueño
y caen de él las hojas,
Y cuando viene el sueño
a extenderme y llevarme
a mi propio silencio
te vi salir mirándome
desde las torturadas
y sedientas raíces.