En esa foto que vemos, cuando yo era txikitin, íbamos a jugar a esa vieja estación del tranvía San Sebastián-Hernani. No había casi ni escaleras, estaba todo semiderruido, pero no aparecía nadie y era algo así como un territorio propio. Le llamábamos "la casa encantada". La verdad es que ahora la veo y tengo que reconocer que muchos ángeles de la guarda nos libraron de mayores. A su izquierda están las escuelas Viteri y a su derecha la entrada de la casa en la que vivió la familia Setién, los padres ... (ver texto completo)