El rey Alfonso I el Batallador donó en 1131 su
palacio a los caballeros sanjuanistas para la edificación de
Santa María la Real. Es un templo
románico de tres naves y en su primera fase constructiva se edificó la cabecera del templo con sus tres
ábsides. A finales del siglo XII y XIII se construyó el resto de la
iglesia, incluyendo la
portada meridional.
La
torre de planta octogonal es
gótica, de los siglos XIII-XIV.