PITILLAS: Valeriano Antonio Cabrero Santamaría, nacido en Pontano...

Valeriano Antonio Cabrero Santamaría, nacido en Pontano (Huesca), en 1903. En 1928 casó con Juliana Urzain Esparza, tuvieron cuatro hijos, y vivieron en Pitillas (Navarra), hasta su huida a la provincia de Soria. En 1931 entró como concejal en el Ayuntamiento de Pitillas donde, dos años después, comenzaría una lucha que le llevaría a la muerte. La eterna lucha del mundo desde que lo es: los ideales unidos a los trabajadores, frente al poder del dinero. No hay más por mucho que se quiera adornar. Los contrincantes eran muy fuertes, nada menos que los caciques del pueblo. El objeto de la lucha, los trabajadores, para quienes reclamaba la formación de una bolsa de trabajo y el reparto de tierras –corralizas- que habían ido a parar a manos de particulares. Para conseguirlo –o al menos denunciarlo- acudió a la prensa, luchó como si en ello le fuera la vida, y consiguió, en las elecciones de febrero de 1936, ocupar la Alcaldía.

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IgeaCuando, el 18 de julio, falangistas, carlistas, miembros de la Iglesia, y otros elementos de la extrema derecha, se preparaban para tomarse la revancha de los cinco años de gobierno legítimo de la República, a Antonio Cabrero le avisó un amigo de que carlistas y falangistas escondían armas en las iglesias y que debía huir de Pitillas. En principio se resistió, pero finalmente, por sorpresa, se despidió de su familia y tomó el camino de la muerte. En el final de esa ruta, hasta el asesinato, le acompañaría Valentín Llorente Benito, nacido en Igea y maestro en Fitero.

Al finalizar la guerra, su viuda escuchó que tal vez podrían haber muerto por la comarca de San Pedro Manrique –donde también mataron a hombres por la iglesia del despoblado de Rabanera- y escribió al sacerdote pidiendo información. Dijo no saber nada, pero un tiempo después, en esa villa, al hermano de la viuda le devolvieron algunos objetos personales, entre ellos la célula de identificación, aunque entre ellos no estaban unas monedas de plata y un reloj, todo de su propiedad, que se había llevado de Pitillas, tal vez para poder subsistir y cambiarlo por ayuda.

Cuando se enteraron en Pitillas de que, efectivamente, había sido asesinado, algunos vecinos, además de quedarse sus propiedades, iban hasta la casa de la viuda para cantarles coplillas y hacer burlas sobre su muerte.

En 1978, la familia retoma la búsqueda, no encontrando más que comentarios cortos y silencios largos. Sería en el 2003 cuando, con Ander y Maite al frente, nieto de Antonio Cabrero y su compañera, se reinicia la búsqueda de forma sistemática. El estímulo añadido –pues ellos llevaban dentro de toda la vida, transmitido, el de la injusticia- fue la Resolución del Parlamento de Navarra, que avalaba y suscribía la “Declaración a favor del reconocimiento y reparación moral de las ciudadanas y ciudadanos navarros fusilados y desaparecidos de Navarra a raíz del golpe militar del 18 de julio”. Esta resolución fue suscrita por todos los parlamentarios, a excepción de los derechistas UPN, que se abstuvieron.

Fue en el año 2005 cuando supieron que el asesinato había sido en Fuentebella. Poco a poco, a través de muchas entrevistas con personas mayores, con antiguos habitantes de ese lugar serrano o sus descendientes, que desde hace años residen en Navarra, Logroño, Barcelona…, fueron uniendo el puzzle de los sangrientos hechos.

Dos pastores de Acrijos acudían a Pitillas con el ganado en busca de pastos, y Antonio Cabrero les conocía. En busca de ese pueblo, limítrofe con Fuentebella, se fue el hombre, montes a través, suponemos que escondiéndose a dormir por las majadas. Después se le uniría Valentín Llorente. Estuvieron escondidos en una taina del monte de Acrijos, donde algunos les llevaban la comida que podían y las noticias que sabían. Pero es difícil en comunidades pequeñas mantener cosa alguna oculta. Tuvieron que marchar al monte de Fuentebella, les buscaron, obligaron a la gente a que les dijeran el escondite, y el 3 de septiembre de 1936 fueron asesinados e inhumados juntos.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
miércoles 2 de septiembre de 2009
"LA VARA DE LA LIBERTAD SIGUE PERDIDA"
Mientras Roberto Jiménez y Miguel Sanz se echan unos vinos en las fiestas de Pitillas, los nietos del alcalde del pueblo fusilado en 1936 buscan un “geo radar” para hallar los restos de Antonio Cabrero Santamaría, perdidos en los montes de Soria desde hace 73 años y posiblemente el único alcalde navarro cuyo cuerpo todavía no se rescatado.
No hay recuerdo en Pitillas para el socialista que pagó con su vida la defensa del ... (ver texto completo)