castillo, JAVIER

Descripción: El castillo de Javier se alza sobre una roca en las proximidades de la localidad. Fue construido en el siglo X, reformado posteriormente en varias ocasiones y destruido parcialmente en 1516 por orden del Cardenal Cisneros, a causa de las continuas revueltas. Es uno de los pocos castillos que conservan tan completas sus defensas y todas las estructuras que lo componen, como sus troneras y sus saeteras. Tiene una torre del Homenaje y otras dos torres en las esquinas; la del Homenaje sobresale del resto del conjunto por su altura y esbeltez
Localización

El castillo de Javier se alza sobre una roca en las proximidades de la localidad del mismo nombre, provincia de Navarra, limitando con la provincia de Zaragoza.

Historia

Este castillo fue construido en el siglo X, reformado en los siglos XII y XIII, alrededor del año 1300, y posteriormente en el siglo XV. En el año 1516 fue parcialmente destruido por orden del Cardenal Cisneros, a causa de las continuas revueltas que se sucedieron.

En el año 1223 pertenecía al rey de Aragón y en 1236 pasó a manos del rey de Navarra. En el siglo XVI fue propiedad del padre de San Francisco Javier, y en este castillo nació el propio San Francisco Javier, cofundador, junto con San Ignacio de Loyola, de la Compañía de Jesús.

Javier es una zona muy frecuentada pues se encuentra muy cerca de la Ruta Jacobea. La tradición de hospedar a los peregrinos se remonta siglos atrás, ya que los señores del castillo albergaban a los transeúntes del Camino de Santiago. Actualmente, en el mes de marzo, se celebran las llamadas javieradas, que son peregrinaciones que se hacen hasta esta localidad navarra. Aquí vienen personas de todas las edades y de cualquier parte de la geografía, por caminos y senderos que proliferan de forma notable en esta zona peninsular.

Descripción

El de Javier es uno de los pocos castillos que conservan tan completas sus defensas y todas las estructuras que lo componen, como sus troneras y sus saeteras. Se accede a él por un puente levadizo, desde el que se pasa a un patio defendido por la torre del Cristo y se entra en el castillo por una puerta defendida por matacanes. La parte delantera es de forma irregular. En la parte trasera se encuentra la bodega y el granero. La parte nueva era la residencia de los señores.

El castillo tiene una torre del homenaje y otras dos torres en las esquinas. La torre del homenaje sobresale del resto del conjunto por su altura y esbeltez. Apenas tiene saeteras y vanos, y está rematada en almenas rectangulares. Alrededor de la torre hay un recinto que la protege.

La torre del Cristo es de gran interés. Tiene una capilla con un crucifijo gótico de nogal, al parecer muy milagroso.

En un ángulo del interior del castillo hay una basílica. Esta iglesia es de estilo neorrománico y se construyó con la misma piedra que se utilizó para el castillo.

Materiales empleados

El castillo de Javier es un entramado arquitectónico construido en piedra perfectamente labrada, colocada y unida para dar una sensación de estructura férrea y compacta. Junto al castillo, se construyó una iglesia neorrománica con la misma piedra que la del castillo para que no rompiese con la armonía del conjunto.

Estado de conservación

Se encuentra en buen estado de conservación. En el año 1901 fue restaurado por los duques de Villahermoso, y convertido en la casa-museo de San Francisco Javier. Se puede ver la habitación de San Francisco Javier.

Propiedad

Es propiedad de la Compañía de Jesús, y se destina a uso turístico.

Visitas

Puede visitarse todos los días. Más información en el teléfono 948 884 024.

Protección legal

Fue declarado Bien de Interés Cultural por el Decreto Foral del 2 de febrero de 1994.

Historia

El castillo y la villa de Javier fueron ganados por Sancho VII de Navarra en torno al año 1223. Un noble aragonés los había dado como garantía por un préstamo de 9.000 sueldos que le concedió el monarca navarro, pero al acabar el plazo y no poder hacer frente al pago, pasaron a la propiedad de Sancho. No era la primera vez, ni sería la última, pues Sancho VII fue uno de los grandes prestamistas de la Corona de Aragón, y gracias a los préstamos no devueltos, se adueñó de una serie de villas y castillos entregados como aval que le ayudaron a reforzar sus fronteras con Aragón: Escó, Peña, Petilla, Gallur, Trasmoz, Sádaba, etc.

En 1236 el castillo fue entregado por el rey Teobaldo I a Adán de Sada.

Tras la conquista de Navarra el castillo pertenecía a María de Azpilcueta, oriunda del Valle de Baztán, casada con Juan de Jaso, cuya familia defendía la independencia del reino. Por este motivo el Cardenal Cisneros ordenó la demolición completa del castillo en 1516, aunque sólo se realizó un desmochando de la parte fuerte del mismo: 1

Se derribó toda la muralla que lo rodeaba y que estaba guarnecida de almenas y aspilleras.

Se rellenó el foso, igualándolo al terreno.

Se destruyeron dos grandes portaladas.

Se derribaron dos torres redondas.

Se demolió el puente levadizo y, dentro de la muralla, el jardín y la morada de los conejos.

La torre de Homenaje de San Miguel fue rebajada a la mitad.

Tras sucesivas herencias, la propiedad del castillo, junto con el resto del pueblo de Javier, recayó en la Casa de Villahermosa.

A finales del siglo XIX, el castillo estaba prácticamente en ruinas, y por iniciativa de sus propietarios, María del Carmen de Aragón-Azlor, duquesa de Villahermosa, y su marido José Manuel de Goyeneche, conde de Guaqui, se comenzaron las obras de restauración.

El repentino fallecimiento sin descendencia del conde de Guaqui en 1893 hizo peligrar la continuación de las obras por falta de fondos. Sin embargo, los hermanos del conde, el marqués de Villafuerte, las duquesas de Goyeneche y Gamio y don José Sebastián de Goyeneche, mediante escrituras notariales otorgadas el 30 de abril de 1894 y 9 de marzo de 1895 acordaron reconocer a la duquesa de Villahermosa el usufructo vitalicio de toda la herencia de su marido para así poder hacer frente a los gastos de las obras ya iniciadas. Dada la envergadura de estas obras, todos los hermanos del conde de Guaqui también participaron con sus propios fondos en la restauración del castillo, edificación de una basílica adosada a él y la construcción de viviendas para sacerdotes y casas de ejercicios.

Ya a principios del siglo XX, la duquesa de Villahermosa donó el castillo y la basílica a la Compañía de Jesús con la condición de que lo mantuviera tal y como se le entregó. En la cripta de la basílica descansan los restos de quienes contribuyeron a la reconstrucción del castillo y erección de la basílica: la duquesa de Villahermosa, su marido José Manuel de Goyeneche (conde de Guaqui) y los hermanos María Josefa (duquesa de Goyeneche), Carmen (duquesa de Gamio) y José Sebastián de Goyeneche y Gamio (fundador de la Fundación Goyeneche).

El Castillo de Javier es el destino de una multitudinaria peregrinación a principios de marzo, en honor del santo patrón de Navarra, llamada popularmente Javierada.