Cuadrados de edificaciones entre las que se encuentran la
iglesia, el
claustro,
coros,
fuentes y, por supuesto, el
convento. En el siglo XIX se añade el último
edificio, que sería más tarde la residencia del cardenal Quiroga
Palacios. La vida dentro del
monasterio pasa lentamente, con la norma básica de vivir enclaustradas y cumplir con sus tareas diarias compatibilizándolas con el rezo y la devoción.