El
convento de
Santa Clara de
Pontevedra, vinculado a la orden monacal de las clarisas, comenzó a construirse en el año 1271 tras una donación de un noble pontevedrés, Mayor Pérez. La situación de la Boa Vila en el eje del
Camino de Santiago hace que se decida instalar aquí el
monasterio, en un lugar extramuros cercano a la propia ruta hacia Compostela.