La Sociedad Arqueológica de
Pontevedra inició en 1889 las gestiones para su recuperación y declaración como
Monumento Nacional, y utilizó los restos del
convento como sede de la institución. Tiempo después, en 1938, la sociedad cedió el
edificio al
Museo Provincial de Pontevedra, que convirtió el espacio en su sección arqueológica y lo dedicó a la
exposición permanente de sepulcros de personajes históricos de la ciudad, lápidas gremiales y
escudos heráldicos, procedentes de enterramientos en el propio templo y de
casas nobles de la ciudad y la provincia.