Cuando perdemos a las personas más allegadas a nosotros se abre el camino hacia el recuerdo, no sólo de ellos, sino de todos aquellos que les precedieron y de los que formamos parte como si de un suelo cuerpo se tratara. La tierra, esa a la que vamos dejando desplazándonos hacia la ciudad siempre sabe reencontrarnos y asirnos para hacernos suya si así lo deseamos. Nos envuelve para volver a darnos vida en ese continuo ciclo que aquellos que trabajan en los campos entiende como nadie.
Tardes de paseos ... (ver texto completo)
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