Era un invierno cualquiera. Se levantó a las ocho porque, como cada sábado, a las nueve,"tocaba" el agua en la Rigueiriña; después de desayunar lo de todos los días y coger la herramienta correspondiente para tal fin, emprendió camino, sin tardar mucho ya que estaba cerca del pueblo. El tiempo de riego apenas era de una hora, por lo que decidió seguir con el recorrido que se había marcado para esa mañana, un tanto fría por una pequeña helada que había caido de noche. Solo cruzar el camino y subió a la Forneira;"tapó"el agua y en diez minutos ya estanba de camino a la Salapreta. Hizo la misma operación y se dirigió al Poulofernando aprovechando los primeros rayos de sol que la Zureira permitía que alcanzaran el camino y que mejoraban la temperatura considerablemente. Al llegar se encontró con un trabajo con el que no contaba ese día, aunque solía ocurrir un par de veces durante el invierno, dejando atascada la entrada de agua. Terminó el trabajo, se sentó a saborear un cigarro mientras el agua cumplía su cometido y él planteaba varias alternativas para su regreso a casa.
Emprende el camino de vuelta por un sendero al lado del rio, lo que hace que en un momento dado cruce al otro lado para seguir por la Zureira por un sendero de paso de animales. Un poco antes de llegar a los bosques, se escucha como un "bufido", se para, observa y avanza lentamente hasta encontrarse de frente con un animal que, hasta ese momento, no había visto en su vida, por lo tanto, no sabe como reaccionará. El monte es muy alto y espeso; el único sitio por donde se puede pasar es por donde está ese precioso animal, de color blanquecino con rayas negras, mucho pelo sobre un cuerpo aplanado; hocico puntiagudo provisto de buenos incisivos, con unos hojos tirando a verdoso, que en ese momento reflejan el dolor que sufre porque una de sus cortas patas está atrapada por un lazo, al que da constantes tirones, intentando atacar al que, en ese momento, considera su enemigo. Tiene la pata, prácticamente, destrozada por la que sangra abundantemente, debido a su baldío intento de escapar. Había que pasar... y quizá también era el momento de ponerle fin al sufrimiento que aquel inocente Tejón estaba padeciendo, porque aquel lazo había sido puesto para otra misión.
Saludos a todos.
Emprende el camino de vuelta por un sendero al lado del rio, lo que hace que en un momento dado cruce al otro lado para seguir por la Zureira por un sendero de paso de animales. Un poco antes de llegar a los bosques, se escucha como un "bufido", se para, observa y avanza lentamente hasta encontrarse de frente con un animal que, hasta ese momento, no había visto en su vida, por lo tanto, no sabe como reaccionará. El monte es muy alto y espeso; el único sitio por donde se puede pasar es por donde está ese precioso animal, de color blanquecino con rayas negras, mucho pelo sobre un cuerpo aplanado; hocico puntiagudo provisto de buenos incisivos, con unos hojos tirando a verdoso, que en ese momento reflejan el dolor que sufre porque una de sus cortas patas está atrapada por un lazo, al que da constantes tirones, intentando atacar al que, en ese momento, considera su enemigo. Tiene la pata, prácticamente, destrozada por la que sangra abundantemente, debido a su baldío intento de escapar. Había que pasar... y quizá también era el momento de ponerle fin al sufrimiento que aquel inocente Tejón estaba padeciendo, porque aquel lazo había sido puesto para otra misión.
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