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A VILAVELLA: Podían ser poco mas de las nueve, de una noche cualquiera...

Podían ser poco mas de las nueve, de una noche cualquiera de los años setenta.
Cándida (mi madre, q. e. d.) se encontraba en casa, mas concretamente en la cocina, que hacía esquina a dos calles, por lo que era muy fácil escuchar lo que pasaba fuera.
De repente oye como el grito de una persona, muy preocupada ella, por estas cosas, se asoma a la ventana, pero no ve nada.
Al rato, escucha otro grito: esta vez sale al "corredor", entonces abierto, con unas barandillas de madera. Desde el corredor y orientada por aquellas quejas, lamentaciones y otros improperios, vé que justo en frente hay alguien y pregunta:
- ¿Quién es ud.?, ¿qué pasó?-. Una voz, medio lloriqueando, le responde:
-Non pasou nada, mais ei de o matar-.
- ¿Como que o vai matar?, ¿quen é "usté?-.
No le dió su nombre, pero mi madre lo reconció y se dirigió a él para socorrerle.
¡Efectivamente!, era nuestro vecino Francisco, mas conocido por "Pixas".
Portugués de nacimiento, ya llevaba unos cuantos años en España, pero, lógicamente mantenía y se expresaba en su lengua.
De unos cincuenta años, con una deficiencia física; tenía problemas en la rodilla lo que hacía que su pierna derecha casi "anduviera" a su aire.
Estaba casado con una guapa mujer, y parece ser, también cariñosa, de la que él decía orgulloso:-A miña Compceiçao é tão linda, que até parece uma moneca-.
Mi madre se acercó a él y comprobó, asustada, que sangraba de un golpe en la cabeza. Tató de tranquilizarle y averiguar qué le había pasado, pero el hombre no se atrevía a contárselo. Lo llevó a casa para curarle las heridas y, si era necesario, llamar al médico ó a la Guardia Civil, pues ya había confesado que le habían pegado. Al final le contó todo en pocas palabras:
-"Ese filla da puta do Gustabo, púsome os cornos y agora tiroumos"-.

Hay que reconocer que, aún en esas circunstancias, el hombre tenía sentido del humor.
Saludos a todos.