Estábamos cenando cuando se produce un apagón, a través de la chimenea cuyas paredes de su interior estaban repletas de ollín, se oía el rugir del viento de ahí afuera que hacían estremecer las llamas que se resistían a apagarse de aquella cocina de leña y un trespies que sostenía la olla y el caldo dentro, tan habitual en las mesas de aquellos tiempos que tanto podía servir como primer plato o plato único si se le añadía el suficiente pan.
Seguía rugiendo el viento que delataba el temporal ... (ver texto completo)
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