Bajaba el sonido de un motor por la chimenea, delataba que un xeito partía para pescar, era una apacible noche de primavera cuando juntos alrededor de una mesa aguardábamos para empezar a cenar, mientras la radio emitía un capítulo mas de la singular familia conocida por casi todos cuando no existía la televisión, Matilde, Perico y Periquín, apenas terminar la representación radiada era la señal asumida por todos que era hora de ir a la cama, a la mañana siguiente tocaba la habitual faena para los ... (ver texto completo)