Tres eran lo peluqueros de hombres que entonces llamábamos barberos, Toñito, del que antes de emigrar a Venezuela luciendo un cuidado y poblado bigote imprimía cierto respeto y obligaba a mantener las distancias causa mi escrupulosa y distorsionada percepción infantil, a su regreso continuó ejerciendo la profesión y mi perspectiva fué diferente, pude entonces apreciar en el un hombre afable y entrañable, Juan Antonio que al parecer era su sobrino y asimismo antes que maestro su aprendiz, y Lisardo ... (ver texto completo)