Crónica del fin de semana.
Sería un pueblo pequeño, aislado, sombrío por sus gentes y a la vez seco del calor de un verano de marzo a noviembre. Sus gentes cerradas. Sin coches y donde la tecnología llega sin posibilidades y con dificultad.
Entrando en la provincia da la casualidad de que llueve insistentemente y a 4 de marzo se ha formado una tormenta con granizo. Ya antes de llegar a los alrededores me sorprende un verde en los campos llanos que no me esperaba, en una provincia que creía seca. Verde en los árboles, exceso de hierro en las piedras que veo desde la carretera y en el tono oscuro y muy hecho de las hojas de las plantas que no están ahí porque las haya regado alguien, como dice Paco. "No, no es casualidad que hoy llueva, no me engañas, ángel", le aseguro. Olivos con un manto de hierba tupido que los labradores han desistido quitar arando y han tenido que utilizar herbicida de contacto. Olivos, viñas viejas, encinas enormes y aisladas, cuidadas como ellas cuidan a sus jamones, lomos y chorizos que nos comeríamos después.
Ya entrando en terreno de Santibañez, por la forma de conducir de ángel, al que llevamos delante, se ve el pueblo en una montaña que le concede el apellido de El Alto, y se intuye una carretera tan sinuosa como peligrosa.
Llegamos a lo alto y las calles se hacen más estrechas aún. Aquí no preguntes por ángel, se convierte en El Mari. Llegamos a su casa y su familia nos acoge como si lleváramos ya tiempo conociéndonos.
Dejamos las cosas en ese pedazo de hotel que a la vez es restaurante y bar, sin olvidar la tan esperada superdiscofashiontotalplus. En seguida los amigos del Mari. Gente que se siente orgullosa de su pueblo, de su simpatía, de su privilegio. Gente autóctona de un lugar maravilloso.
Cerbezas y más cerbezas en los 3 bares del pueblo. Risas y presentaciones de amigos y amigas. Detalles únicos en cada rincón. La comida en la pista de la superdiscofashiontotalplus, ibéricos varios y alfombras de queso. Visita guiada por todo el pueblo, anécdotas de El Mari cuando era pequeño. Ancianos y ancianas de los que ya no quedan, Casas sobre las paredes de roca. Rocas que amenazan caerse sobre las casas. Muralla sobre los tejados y sobre todo la grandeza de un paisaje desde el que se divisa la dehesa, el Borbollón, las montañas de Gredos e interminables campos de olivos mezclados con matorrales.
A la vuelta más cerbeza, y de pronto empieza ya la movida nocturna enla superdiscofashiontotalplus, sin haber caído la noche. Música de antes y de ahora, pero sobre todo de pasarlo bien. Sta. Rafaela no faltó, y el CD del poeta sonó lo que tenía que sonar.
Hasta las tantas y habiendo bebido pues de la disco al hotel solo hay que subir unas escaleras. Se duerme como se puede y aun así por la mañana la inquietud de volver a ver el pueblo. Hoy domingo se aprecia mejor, ha salido el sol.
Más cerbeza y antes de que asome el hambre la llamada de los padres del Mari para comer todos juntos.
Se nos hace tarde y empezamos ya a tener nostalgia. Agarramos las cosas y al buga del Mari.
Nos vamos con hambre de más Santibáñez, con la satisfacción de haber conocido cosas y personas increibles, y con la promesa de volver a disfrutarlo porque "esto es muy grande".
Juli.
Sería un pueblo pequeño, aislado, sombrío por sus gentes y a la vez seco del calor de un verano de marzo a noviembre. Sus gentes cerradas. Sin coches y donde la tecnología llega sin posibilidades y con dificultad.
Entrando en la provincia da la casualidad de que llueve insistentemente y a 4 de marzo se ha formado una tormenta con granizo. Ya antes de llegar a los alrededores me sorprende un verde en los campos llanos que no me esperaba, en una provincia que creía seca. Verde en los árboles, exceso de hierro en las piedras que veo desde la carretera y en el tono oscuro y muy hecho de las hojas de las plantas que no están ahí porque las haya regado alguien, como dice Paco. "No, no es casualidad que hoy llueva, no me engañas, ángel", le aseguro. Olivos con un manto de hierba tupido que los labradores han desistido quitar arando y han tenido que utilizar herbicida de contacto. Olivos, viñas viejas, encinas enormes y aisladas, cuidadas como ellas cuidan a sus jamones, lomos y chorizos que nos comeríamos después.
Ya entrando en terreno de Santibañez, por la forma de conducir de ángel, al que llevamos delante, se ve el pueblo en una montaña que le concede el apellido de El Alto, y se intuye una carretera tan sinuosa como peligrosa.
Llegamos a lo alto y las calles se hacen más estrechas aún. Aquí no preguntes por ángel, se convierte en El Mari. Llegamos a su casa y su familia nos acoge como si lleváramos ya tiempo conociéndonos.
Dejamos las cosas en ese pedazo de hotel que a la vez es restaurante y bar, sin olvidar la tan esperada superdiscofashiontotalplus. En seguida los amigos del Mari. Gente que se siente orgullosa de su pueblo, de su simpatía, de su privilegio. Gente autóctona de un lugar maravilloso.
Cerbezas y más cerbezas en los 3 bares del pueblo. Risas y presentaciones de amigos y amigas. Detalles únicos en cada rincón. La comida en la pista de la superdiscofashiontotalplus, ibéricos varios y alfombras de queso. Visita guiada por todo el pueblo, anécdotas de El Mari cuando era pequeño. Ancianos y ancianas de los que ya no quedan, Casas sobre las paredes de roca. Rocas que amenazan caerse sobre las casas. Muralla sobre los tejados y sobre todo la grandeza de un paisaje desde el que se divisa la dehesa, el Borbollón, las montañas de Gredos e interminables campos de olivos mezclados con matorrales.
A la vuelta más cerbeza, y de pronto empieza ya la movida nocturna enla superdiscofashiontotalplus, sin haber caído la noche. Música de antes y de ahora, pero sobre todo de pasarlo bien. Sta. Rafaela no faltó, y el CD del poeta sonó lo que tenía que sonar.
Hasta las tantas y habiendo bebido pues de la disco al hotel solo hay que subir unas escaleras. Se duerme como se puede y aun así por la mañana la inquietud de volver a ver el pueblo. Hoy domingo se aprecia mejor, ha salido el sol.
Más cerbeza y antes de que asome el hambre la llamada de los padres del Mari para comer todos juntos.
Se nos hace tarde y empezamos ya a tener nostalgia. Agarramos las cosas y al buga del Mari.
Nos vamos con hambre de más Santibáñez, con la satisfacción de haber conocido cosas y personas increibles, y con la promesa de volver a disfrutarlo porque "esto es muy grande".
Juli.