SANTA CRUZ DE LA SIERRA: En esta casa murió D. Juan Pacheco, Marques de Villena...

En esta casa murió D. Juan Pacheco, Marques de Villena y gran valido de Enrique IV.
La vida de Don Juan Pacheco, se puede resumir como la de uno de los políticos que más influyó en la historia de Extremadura, durante muchos años, dejando situados en altas posiciones a unos descendientes también de notable influencia en nuestras tierras.
A Don Juan Pacheco le ha tratado la Historia con mucha severidad, considerándole como el prototipo cauto, sin escrúpulos y siempre dispuesto a aprovechar cualquier coyuntura para el logro de sus desmedidas ambiciones, amparándose en su posición de valido y en la preponderante influencia que ejerció sobre el débil monarca. De hecho, fue nombrado por él: Conde de Xiquena, (1461) y Duque de Escalona (12 de Diciembre de 1472).
Su poder e influencia llegó en Extremadura a tal altura, que poseyó media provincia de Cáceres y otra media de Badajoz, con ciudades como Trujillo, Mérida, Medellín y cientos de castillos, aldeas y villas. En cuanto a su influencia política, era tal, que le faltó muy poco para ser padre político del Infante Don Fernando de Aragón (después Rey Católico). El historiador Víctor Balaguer afirma la existencia de unas escrituras de poder de Don Fernando, (1-5-1467), para que el Condestable Don Pedro de Peralta se desposara en su nombre con Doña Beatriz Pacheco, hija natural de Don Juan, que con el tiempo llegaría ser condesa de Medellín.

De la débil voluntad de Enrique IV, el marqués de Villena consiguió el señorío de Trujillo y sus tierras, sin que el Alcaide Gracian de Sesé pudiera oponerse. Al tomar posesión de este señorío es cuando ocurre su muerte, en Santa Cruz de la Sierra, el 4 de Octubre de 1.474, unos dicen que de tres secas que le dieron en la garganta y otros de esquinencia, según carta que envió Gutiérrez Cárdena al Rey Don Fernando. Sus herederos, Beatriz en Medellín y Don Diego López Pacheco en Trujillo, continuaron la política de oposición a la Corona, hasta que Isabel la Católica les hizo entrar en la disciplina real, no sin antes haber derruido castillos y desmochado palacios.
Para los curiosos, cuando visiteis nuestro pueblo, mirad encima de la ventana superior izquierda y podreis observar, como alguien quiso dejar constancia de ese crimen y esculpió en piedra, una cabeza de noble con tres puñales clavados en la garganta


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