Pues sí, irse al pueblo de vacaciones suele implicar descanso y placeres. El campo, la piscina, la siesta, gazpachos y melones, el refresco en la terraza, nuestras fiestas y las de los pueblos vecinos, hay tiempo también para la lectura, el deporte y ya se sabe, dejarse seducir por los rayos del sol.
Quizás en esta época vacacional, en la que el pueblo se convierte en lo más parecido al paraiso terrenal, no surge la necesidad de pensar o sentir otras cosas.
¡Qué contraste! en esas tardes lluviosas de invierno escuchando las canales y viendo correr el agua en las solitarias calles o en las largas noches heladas en las que el viento azota los vidrios y hace retorcerse las antenas del tejado. También las mañanas de niebla al olor de la lumbre y respirando un aire que quema de pureza. Pensando en el campo, en las labores de la tierra, en el bienestar del ganado y sobretodo pensando sobre la almohada y haciendo crujir en las vueltas el viejo colchón al resguardo de las mantas pero notando en las mejillas la recia humedad de los viejos muros que nos dan cobijo, en definitiva alejados del bullicio pero en soledad, soledad y sencillez de la vida en los pueblos.
¡Viva la gente de mi pueblo!
Oropéndola.
Quizás en esta época vacacional, en la que el pueblo se convierte en lo más parecido al paraiso terrenal, no surge la necesidad de pensar o sentir otras cosas.
¡Qué contraste! en esas tardes lluviosas de invierno escuchando las canales y viendo correr el agua en las solitarias calles o en las largas noches heladas en las que el viento azota los vidrios y hace retorcerse las antenas del tejado. También las mañanas de niebla al olor de la lumbre y respirando un aire que quema de pureza. Pensando en el campo, en las labores de la tierra, en el bienestar del ganado y sobretodo pensando sobre la almohada y haciendo crujir en las vueltas el viejo colchón al resguardo de las mantas pero notando en las mejillas la recia humedad de los viejos muros que nos dan cobijo, en definitiva alejados del bullicio pero en soledad, soledad y sencillez de la vida en los pueblos.
¡Viva la gente de mi pueblo!
Oropéndola.