Los pastores de las dehesas extremeñas, lo consideran una costumbre traída por los transhumantes castellanos, hacían pastar sus ganados al ritmo del tamboril. En Torrejoncillo aseguraban que con el monótono tan-tan las ovejas comían más tranquilas y que, al tener el tambor los parches de piel de perro, el insistente sonido no permitía que los lobos se acercaran a la manada. "El son pinta lo mismo que los ladríos de los perros en la cosa que tenga que ver con los lobos encelaos con la majá", se suele ... (ver texto completo)