CARACOL1. Será para mí, un verdadero placer trasmitirle ese tu sentimiento, que se nota noble y sincero. Perdona si antes no he contestado. Algunos msm., se me pasan, como a mucha gente. Ya te dije que dieras muchos recuerdos a tus padres del segundo de la Catalina. Veo que te acuerdas de la movilización. No me acuerdo del año, pero escribí algo sobre eso a los pocos días. Aunque de poca calidad literaria, debido seguramente a mi juventud, sí de profundo sentimiento. Un saludo. PC
Esto es una descripción cierta de un hecho cierto, que ocurrió ciertamente hace años.
DESTIERRO
Apareció el sustituto, en un enano vehículo,
apedreado de pronto en lo alto de la charca.
Furibunda bienvenida de un pueblo en llamas
a un hombre desconocido de conocida sotana.
Negra estampa, blanco cuello que no sé cómo se llama;
pulcritud en el vestido, como de otros tiempos sacada.
A su encuentro fueron piedras, cuan bíblica fulana;
piedras duras, piedras blandas; armas de la chiquillada.
Irascibilidad, cierto es, a su llegada. Seguro que él
nada sabia o, cuanto menos, no se lo esperaba.
Y todo fue porque se iba el otro, el de la esperanza;
el que no tenía cuello blanco, y si lo tenía, no lo llevaba.
Decrepito y humilde pueblo de la Extremadura lejana,
que tuvo ese pequeño aliciente en su gran desesperanza.
Pueblo que luchó por algo, cuando jamás lo hizo por nada.
¡Que sensación tan extraña! ¡Qué lío, qué mezcolanza!
Y se fue el de la guitarra, “el labrador de más aire”;
el que a vinos invitaba sin distancias ni sotanas...
¡Bien ido seas, compañero! ¡Donde estés, bien te vaya!
Siempre irás en mi recuerdo; jóven hoy, viejo mañana.
Esto es una descripción cierta de un hecho cierto, que ocurrió ciertamente hace años.
DESTIERRO
Apareció el sustituto, en un enano vehículo,
apedreado de pronto en lo alto de la charca.
Furibunda bienvenida de un pueblo en llamas
a un hombre desconocido de conocida sotana.
Negra estampa, blanco cuello que no sé cómo se llama;
pulcritud en el vestido, como de otros tiempos sacada.
A su encuentro fueron piedras, cuan bíblica fulana;
piedras duras, piedras blandas; armas de la chiquillada.
Irascibilidad, cierto es, a su llegada. Seguro que él
nada sabia o, cuanto menos, no se lo esperaba.
Y todo fue porque se iba el otro, el de la esperanza;
el que no tenía cuello blanco, y si lo tenía, no lo llevaba.
Decrepito y humilde pueblo de la Extremadura lejana,
que tuvo ese pequeño aliciente en su gran desesperanza.
Pueblo que luchó por algo, cuando jamás lo hizo por nada.
¡Que sensación tan extraña! ¡Qué lío, qué mezcolanza!
Y se fue el de la guitarra, “el labrador de más aire”;
el que a vinos invitaba sin distancias ni sotanas...
¡Bien ido seas, compañero! ¡Donde estés, bien te vaya!
Siempre irás en mi recuerdo; jóven hoy, viejo mañana.
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