Compuerta: Muchas gracias por la poesía castúa que me has dedicado y por tu interés en que no me pille la barriga con el acordeón.
Recuerdo que cuando tenía calzonas y tocaba el acordeón, sentado en una silla, me ponía en las piernas un paño de fieltro, que aún conservo, para no pellizcarme con el fuelle. Luego me empezaron a salir pelos y tuve que dejar aparcada las calzonas y empecé a usar pantalones, por lo que ya no me hacía falta el paño. Cuando tuve pantalones me “valentoné”, porque ya era un hombre, y empecé a tocar de pie, pero a cambio me empecé a pillar la barriga. Ello ha ido “encrechendo” a medida que yo he ido “encrechendo” a lo ancho.
Para las futuras jaranas de pie, correteando las calles de Membrío, y yo “encrechido”, precisaré una faja. Si ello ocurriera en nuestro queridísimo mes de agosto, el sudor se repartirá, tanto para arriba como para abajo. Para abajo lo podré solucionar volviéndome a poner calzonas, aunque con algún dodotis añadido para que no se marque el sudor, con el riesgo de que se me requemen los “h...”. Para arriba, me subirá por las tetillas, dando la vuelta por la espalda, hasta la cabeza, empañándome las gafas a su paso, con el riesgo de pegar un tropezón. En ese momento volveré a necesitar el paño de fieltro, que usaba de niño, para limpiarme el sudor.
Con este panorama, lo único que os pido es que la cerveza no esté caliente.
Un abrazo, forer@s
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