Dicen que, antes de mi luz, ella fue hermosa. He de reconocer que, cuando conocí a la maestra, la beldad de mi madre era cierta; siendo muy alegre, sin embargo, estaba poseída por la tristeza. Posiblemente, tuvo más pesadillas que sueños, y tuvo cinco. Tenía mi madre la faz según el tiempo; al alba, lo más de limón; al estío, como arruga de café. Luchó contra el alba por levantarse primero y sólo la noche de pudo. Vivió entre cuchillos hasta que uno- incorpóreo e intangible homicida- la hirió de muerte. Vinieron los caballos negros a pisar su dulzura con herraduras de plata y, al final, pisotearon sus pechos con las de acero; y, no le importó que le dejaran los indelebles moratones, acompasándose con ese grito silencioso que se desgarra en el tiempo. Creo que mi madre, añoraba la nostalgia del olvido, grabando a fuego los recuerdos. Yo, en los tiempos en que el niño del mar llamaba a las puertas del cielo, siempre me preguntaba, junto a las procelosas tormentas del silencio: ¿Qué tendrá mi madre? ¿Una arruga indefinida? ¡No, son cosas de niños! Al final, fenecen los infiernos al socaire del dios de la nada y los estigmas confluyen es una humilde losa. Recuerdo, sin embargo, que aquél mayo se quedó sin agua. PC
Que bonitas frases le has dedicado PC. Seguro que le han llegado, este dónde este, y ahora mismo estara FELIZ. Sigue siendo un placer leerte. Un abrazo.