Antonio Machado, seguidor de los simbolistas, se hizo modernista. Tenía la buena costumbre de manejar el serventesio en lugar del cuarteto, por eso sus sonetos son distintos a los de Petrarca, Quevedo o Garcilaso. Garcilaso, Realito, que dejó el aroma paganizante a los pies de un obsesivo dios. ¿Te acuerdas, Vísperas?: Este hombre del casino provinciano/que vio a Carancha recibir un día, /tiene mustia la tez, el pelo cano, /ojos velados por melancolía… Seguro que mi buen amigo Calambú, lo sabe. Y mi gente ¿dónde está? No os leo. No leo a los que rompen el hielo de la monotonía. Me dices, Cervatilla, que mis coordenadas son efímeras…como la vida misma. Monotema pluscuamperfecto de un dios que se apaga. Jabato dice que ando a gatas…de sueños místicos. Una encina no es una encina si sólo vemos la encina. La encina es cuando soñamos. Pero, para soñar necesitamos un sueño…y una encina. Mismamente así, como suena. Vísperas, ¿es así? No me digas que no. A veces pregunto el porqué han muerto las tórtolas, y nadie me contesta. Saludos. PC
Creo descubrir melancolia en tus palabras, por cierto creo que es la posible causa de la desaparicion de las tortolas (las de toda la vida). Se debieron cansar de compartir protagonismo con las tortolas turcas, ya sabes... ahora toca la alianza de civilizaciones. Ahora los sueños son un poco mas lejanos... que si la paz en el mundo (no se que podemos hacer nosotros por ello)... que si el tipico de la primitiva (si alguien tiene el truco que lo explique)... ahora no se sueña con la encina, se sueña con las Islas Fiji. Yes we can!.
De todas maneras, como tú, prefiero las tortolas de toda la vida y soñar con la encina, mejor dicho con su sombra... y ese pestorejo, esas migas, esas cervecitas, esos amigos...
De todas maneras, como tú, prefiero las tortolas de toda la vida y soñar con la encina, mejor dicho con su sombra... y ese pestorejo, esas migas, esas cervecitas, esos amigos...