RELATOS AL ATARDECER-CCCXXV
LOS DOS SOLDADOS Y EL LADRÓN. Dos amigos soldados que se dirigían a sus casas cruzaron un callejón oscuro y no se percataron de que un ladrón iba detrás de ellos.
En el momento que el ladrón los sorprendió, uno de ellos huyó sin mirar atrás mientras el otro se mantuvo firme y fuerte. El soldado sacó su espada y le hizo pasar un mal rato al ladrón. El ladrón lo intentó con todas sus fuerzas, pero no pudo derrotar al habilidoso soldado.
Cuando ya todo había pasado, de pronto el soldado ve regresar al amigo con su espada desenvainada y agitando su capa diciendo a gran voz: ¡Ahora verá este ladronzuelo!
Mejor te callas y guardas la espada y tu inútil lengua. Ahora que te conozco mejor que nunca, se bien que el único valiente aquí solo fui yo.
Es tarde para que vengas a pretender ganarte un merito que no mereces, ya que lo único que hiciste fue huir a toda velocidad.
Esta historia nos enseña que, en los malos momentos, es cuando sabemos quién es nuestro amigo.
LOS DOS SOLDADOS Y EL LADRÓN. Dos amigos soldados que se dirigían a sus casas cruzaron un callejón oscuro y no se percataron de que un ladrón iba detrás de ellos.
En el momento que el ladrón los sorprendió, uno de ellos huyó sin mirar atrás mientras el otro se mantuvo firme y fuerte. El soldado sacó su espada y le hizo pasar un mal rato al ladrón. El ladrón lo intentó con todas sus fuerzas, pero no pudo derrotar al habilidoso soldado.
Cuando ya todo había pasado, de pronto el soldado ve regresar al amigo con su espada desenvainada y agitando su capa diciendo a gran voz: ¡Ahora verá este ladronzuelo!
Mejor te callas y guardas la espada y tu inútil lengua. Ahora que te conozco mejor que nunca, se bien que el único valiente aquí solo fui yo.
Es tarde para que vengas a pretender ganarte un merito que no mereces, ya que lo único que hiciste fue huir a toda velocidad.
Esta historia nos enseña que, en los malos momentos, es cuando sabemos quién es nuestro amigo.
