“Dale limosna, mujer, porque no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada”. Eso decía un cartelito a la entrada de la Alhambra, para que el personal fuese dadivoso con los desgraciados. Cualquier foto de la Alhambra, aun borrosa, desenfocada y triste, significará algo bonito. Aunque es cierto, porque lo he sentido, que las imágenes más fuertes suelen ser frías comparadas con una sensación propia, no lo es menos que la imagen suele abonar el recuerdo. Pide perdón a la historia del arte por usar en vano el nombre de la Alhambra y, procura- un día en que hayan muerto los turistas- sentarte en los jardines del generalife a escuchar la canción del agua. Saludos. PC