Nadie creerá ni tiene por qué hacerlo… ni por ello seamos macabro, fúnebre, lúgubre, (mejor así, rodearnos de posibles calificativos sin escapatoria alguna), tétrico, siniestro, trágico o funesto: A D. Ángel le tenía escrita para la prensa regional la crónica de su fallecimiento, in que por eso fuese la “crónica de una muerte anunciada; ¡ni mucho menos!, por la sencilla y elemental razón porque yo podía “caer” (lenguaje coloquial). Pero la Divina Providencia, pudo y quiso que me despidiera la tarde antes… de llegar a la costa en viaje programado; en donde alguien afamado dijo: “estamos tan agustito…”, cosa parecida le tuvo que pasar a D. Angel más adelante del relato. De él guardo como oro en paño, aquellas declaraciones que una vez nos hizo en la sacristía, en las que tuvimos que decir: CONTINUARÁ. Saludos.
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