RELATOS AL ATARDECER-CCXLIV
ASCENDER POR RESULTADOS. Juan trabajaba en una empresa hacía dos años. Era muy serio, dedicado y cumplidor de sus obligaciones. Llegaba puntual y estaba orgulloso de que no haber recibido nunca una amonestación. Cierto día, buscó al gerente para hacerle un reclamo: Señor, trabajo en esta empresa desde hace dos años con bastante esmero, estoy a gusto con mi puesto y nunca me he quejado, pero siento que he sido dejado de lado. Mire, Fernando ingresó a un puesto igual al mío hace sólo seis meses y ya ha sido promovido a supervisor. Yo llevo más tiempo que él en la empresa y no me han tenido en cuenta.
El gerente lo miraba prestándole mucha atención y le dijo: ¡Ajá! contestó el gerente. Y mostrando cierta preocupación le dijo: Mientras resolvemos esto quisiera pedirte que me ayudes con un problema. Quiero dar fruta para la sobremesa del almuerzo de hoy. Por favor, averigua si en la tienda de enfrente tienen frutas frescas. Juan se esmeró en cumplir con el encargo y a los cinco minutos estaba de vuelta. Bien, ¿qué averiguaste? Señor, tienen naranjas para la venta.
¿Y cuánto cuestan? ¡Ah! No pregunté. Bien. ¿Viste si tenían suficientes naranjas para todo el personal? Tampoco pregunté eso. ¿Hay alguna fruta que pueda sustituir la naranja? No lo sé, señor, pero creo que.....
Bueno, siéntate un momento. El gerente llamó a Fernando. Cuando se presentó, le dio las mismas instrucciones que a Juan, y en diez minutos estaba de vuelta. El gerente le preguntó: Bien, Fernando, ¿qué noticias me traes?
Señor, hay naranjas, suficientes para atender a todo el personal, y si gusta, tienen piñas, guayabas, mango. La naranja está a 150 pesos el kilo; las piñas, a 220 pesos cada una; la guayaba y el mango, a 220 pesos el kilo. Me dijeron que si la compra es por grandes cantidades, hacen descuento del diez por ciento. Aparté las naranjas, pero si usted quiere otra fruta debo regresar para confirmar el pedido.
Muchas gracias, Fernando. Espera un momento.
Entonces se dirigió a Juan, que aún seguía allí: Juan, ¿qué me decías? Nada, señor, eso es todo. Con su permiso.
ASCENDER POR RESULTADOS. Juan trabajaba en una empresa hacía dos años. Era muy serio, dedicado y cumplidor de sus obligaciones. Llegaba puntual y estaba orgulloso de que no haber recibido nunca una amonestación. Cierto día, buscó al gerente para hacerle un reclamo: Señor, trabajo en esta empresa desde hace dos años con bastante esmero, estoy a gusto con mi puesto y nunca me he quejado, pero siento que he sido dejado de lado. Mire, Fernando ingresó a un puesto igual al mío hace sólo seis meses y ya ha sido promovido a supervisor. Yo llevo más tiempo que él en la empresa y no me han tenido en cuenta.
El gerente lo miraba prestándole mucha atención y le dijo: ¡Ajá! contestó el gerente. Y mostrando cierta preocupación le dijo: Mientras resolvemos esto quisiera pedirte que me ayudes con un problema. Quiero dar fruta para la sobremesa del almuerzo de hoy. Por favor, averigua si en la tienda de enfrente tienen frutas frescas. Juan se esmeró en cumplir con el encargo y a los cinco minutos estaba de vuelta. Bien, ¿qué averiguaste? Señor, tienen naranjas para la venta.
¿Y cuánto cuestan? ¡Ah! No pregunté. Bien. ¿Viste si tenían suficientes naranjas para todo el personal? Tampoco pregunté eso. ¿Hay alguna fruta que pueda sustituir la naranja? No lo sé, señor, pero creo que.....
Bueno, siéntate un momento. El gerente llamó a Fernando. Cuando se presentó, le dio las mismas instrucciones que a Juan, y en diez minutos estaba de vuelta. El gerente le preguntó: Bien, Fernando, ¿qué noticias me traes?
Señor, hay naranjas, suficientes para atender a todo el personal, y si gusta, tienen piñas, guayabas, mango. La naranja está a 150 pesos el kilo; las piñas, a 220 pesos cada una; la guayaba y el mango, a 220 pesos el kilo. Me dijeron que si la compra es por grandes cantidades, hacen descuento del diez por ciento. Aparté las naranjas, pero si usted quiere otra fruta debo regresar para confirmar el pedido.
Muchas gracias, Fernando. Espera un momento.
Entonces se dirigió a Juan, que aún seguía allí: Juan, ¿qué me decías? Nada, señor, eso es todo. Con su permiso.
RELATO. Entonces se dirigió a Juan, que aún seguía allí: Juan, ¿qué me decías? Nada, señor, eso es todo. Con su permiso.
¡Jesús, Jesús...................... Juan, ¿me decías algo?.
¡Jesús, Jesús...................... Juan, ¿me decías algo?.