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MEMBRIO: […] Un pobre hombre, aquella fría noche, se dio un...

No... tampoco es eso de "echar las campanas al vuelo". Ahora todo os parece mas fácil, y siguiendo con esto de cementerio, noche etc. Pasa lo mismo que con aquel macho cabrio con figura de hombre a pesar de lo grade y retorcidos cuernos y su larga barba suele salian a los obreros cuando iban a teabajar a "Casillas". No hubiese sido mejor entretenerlo por delante con bailes y otras "musarañas"como se le hacia a los mochuelos, y otro u otros por detrás lo hubiesen cogido? Pues no... con decir que después de dar el susto, guía por los jarales de Sierra Medina y punto en paz... SALUDOS.

Pasa lo mismo que aquel hombre, que en una calle del pueblo y de madrugada Sr vio sorprendido por una " marimanta"... pero eso mejor mañana. SALUDOS.

Siempre y así debe ser: cumplir cn lo prometido, y si encima hay curiosidad como se puede desprender de las múltiples visitas”, mucho más. Otra cosa es que se niegue y haga pensar que son los del pueblo del lado, como ingenuamente nos suele pasar.
Lo que toca. La “marimanta” salió aquella noche, cruzando la calle de “La Cruz” hacia la calle Pavón, ¡por fin… hemos descubierto porqué se llama la calle Pavón”. Y es que allí vivía allá por 1650-1670 un señor de gran renombre social: Juan Pavón. Esta encrucijada donde hay 6 “bocacalles” y un sospechoso rellano, era un lugar muy concurridos por las “•marimantas”, porque era fácil de escapar y entre ellas se respetaban mucho. Si no quiere seguir amable lector…¡no siga…! Que nadie le manda a leer y para qué saber lo que ocurrió hace tanto tiempo…eso es: perder el tiempo, y sólo queremos ganancias….CONTINUARÁ. Saludos.

[…] Un pobre hombre, aquella fría noche, se dio un terrible susto. Tenía la pequeña costumbre o se había “empicado” a visitar a su “querindonga” (vaya fea palabra y que mal suena, pero así se hablaba de mal). Per aquella noche se le cruzó una “marimanta”, con su típica sábana blanca por encima con dos hendiduras para ver y lo desconcertante fue con una especie de brasero encendido encima de la cabeza. Tal susto fue…que el pobre hombre salió de prisa, se subió al ”doblao” de su casa, escardó sobre el leño de la lumbre que siempre tenía rescoldo y encendió un cigarrillo que a duras penas lió. Bajó escaleras abajo ya más tranquilizado yen el cuarto estaba durmiendo plácidamente su mujer membrillera. Nunca supo que aquella “marimanta” era su propia mujer, quele quitó para siempre el pequeño “empique”. Y ya nunca dejó de bajar a la cuadra, aparejar el burro… y a las cinco de la mañana irse al campo. SALUDOS.