RELATOS AL ATARDECER-LIV.
ANGUSTIA. Es la congoja o aflicción. Se trata de un estado afectivo que implica un cierto malestar psicológico, acompañado por cambios en el organismo (como temblores, taquicardia, sudoración excesiva o falta de aire).
Por ejemplo: “Me genera una gran angustia saber que pronto te marcharás y no volveré a verte en mucho tiempo”, “La semana pasada sentí angustia por la situación, pero poco a poco me fui acostumbrando”.
La angustia puede ser una reacción ante el peligro o ante algo desconocido. Incluso puede sentirse angustia sin una causa precisa. En estos casos, el concepto tiene un significado similar al miedo o la ansiedad: Pasé angustia cuando nos quedamos encerrados en el ascensor. Pasé angustia cuando vi nubes oscuras en el cielo.... El ritmo estresante de vida que llevamos, las complicaciones profesionales o personales a las que tenemos que hacer frente en nuestro día a día o dificultades a nivel económico son algunas de las situaciones que llevan a que muchas personas se encuentren en estos momentos teniendo diversos cuadros de angustia.
Miedo, tristeza, nerviosismo, irritabilidad, dolores de cabeza, problemas para conciliar el sueño o ansiedad son algunos de los síntomas que vienen a dejar patente que alguien está sufriendo angustia. Ante esos casos es necesario acudir a profesionales médicos que puedan ayudar a la persona en cuestión mediante el correspondiente tratamiento, que puede estar basado en la ingesta de algún medicamento y también en una terapia o sesiones psicológicas.
No obstante, en esos casos también es conveniente que la persona que sufre la angustia opte por llevar a cabo estas otras acciones. Realizar periódicamente ejercicio físico para calmar la mayoría de los síntomas que sufre. Aprender a establecer prioridades y también a delegar. Encontrar tiempo libre para disfrutar de hobbies y de las personas a las que se quiere.
Otro uso del concepto está relacionado con una situación apurada o un aprieto: “La angustia terminará cuando consigamos una ayuda para afrontar las deudas”.
En sus primeros estudios sobre la angustia, Sigmund Freud diferenció entre la angustia realista y la angustia neurótica. La angustia realista es aquella que surge ante un peligro exterior y que supone un incremento de la atención sensorial y la tensión motriz. La angustia neurótica, en cambio, no tiene fundamento exterior, no refiere claramente a un objeto o resulta exagerada ante la objetividad del peligro.
Para superar las crisis de angustia, los psicólogos recomiendan aumentar el ejercicio físico, beber mucha agua y evitar la sobrecarga de tensiones.
ANGUSTIA. Es la congoja o aflicción. Se trata de un estado afectivo que implica un cierto malestar psicológico, acompañado por cambios en el organismo (como temblores, taquicardia, sudoración excesiva o falta de aire).
Por ejemplo: “Me genera una gran angustia saber que pronto te marcharás y no volveré a verte en mucho tiempo”, “La semana pasada sentí angustia por la situación, pero poco a poco me fui acostumbrando”.
La angustia puede ser una reacción ante el peligro o ante algo desconocido. Incluso puede sentirse angustia sin una causa precisa. En estos casos, el concepto tiene un significado similar al miedo o la ansiedad: Pasé angustia cuando nos quedamos encerrados en el ascensor. Pasé angustia cuando vi nubes oscuras en el cielo.... El ritmo estresante de vida que llevamos, las complicaciones profesionales o personales a las que tenemos que hacer frente en nuestro día a día o dificultades a nivel económico son algunas de las situaciones que llevan a que muchas personas se encuentren en estos momentos teniendo diversos cuadros de angustia.
Miedo, tristeza, nerviosismo, irritabilidad, dolores de cabeza, problemas para conciliar el sueño o ansiedad son algunos de los síntomas que vienen a dejar patente que alguien está sufriendo angustia. Ante esos casos es necesario acudir a profesionales médicos que puedan ayudar a la persona en cuestión mediante el correspondiente tratamiento, que puede estar basado en la ingesta de algún medicamento y también en una terapia o sesiones psicológicas.
No obstante, en esos casos también es conveniente que la persona que sufre la angustia opte por llevar a cabo estas otras acciones. Realizar periódicamente ejercicio físico para calmar la mayoría de los síntomas que sufre. Aprender a establecer prioridades y también a delegar. Encontrar tiempo libre para disfrutar de hobbies y de las personas a las que se quiere.
Otro uso del concepto está relacionado con una situación apurada o un aprieto: “La angustia terminará cuando consigamos una ayuda para afrontar las deudas”.
En sus primeros estudios sobre la angustia, Sigmund Freud diferenció entre la angustia realista y la angustia neurótica. La angustia realista es aquella que surge ante un peligro exterior y que supone un incremento de la atención sensorial y la tensión motriz. La angustia neurótica, en cambio, no tiene fundamento exterior, no refiere claramente a un objeto o resulta exagerada ante la objetividad del peligro.
Para superar las crisis de angustia, los psicólogos recomiendan aumentar el ejercicio físico, beber mucha agua y evitar la sobrecarga de tensiones.