Buena foto nos recuerda la organización y hecha desde la vieja atalaya de Los Hornos, cerca de la era, de los chozos del guarda de la hoja, del cortijo y del pozo con agua para beber. Buen descanso y hasta mañana.
“AYER POR TODO EL DÍA… OCURRIÓ” 66. IV Parte.
La Era, la Atalaya, el Pozo y los Chozos del guarda, con poca duda, eran los cuatro sitios o lugares principales de “Los Hornos”. Se aceptan matices, pero es donde llega nuestra emotividad, y como parece que a la gente le gusta estos breves relatos en base del número de lectores, que pueden resultar falso como la vida misma; pero vamos allá:
La mañana era calmada, apenas había salido el sol. Los pájaros como veían que la Era era (es lo que tiene el castellano, dos iguales palabras con distintos significados) un lugar ideal para quitar la ayuna de sus agallas con tantos que la Era ofrecía… no paraba de piar. Sigue siendo el momento que nos gusta ver en el campo, el de la mañana temprano. Los labradores: El tío Juan Alves, el tío Barrera, el tío Manué, Tapia, Indalecio, Mauricio, Vicente, el tío Joroba y los hermanos Remedios de Salorino serían los primeros que se espereceaban mirando a la Atalaya, en cuya cercana “verea” no veíamos ningún contrabandista pasar como lo hacían por los años 40, que en las tertulias de noche en las puerta de los sombrajos se recordaban. Los hombres no se ponían de acuerdo el año que en el pueblo se pasó más hambre. Uno saltaba que el por fue el año 40, en menos que pía un pollo: ¡y el 41…! ¡y el 42!, saltaban los otros.
Antes de almorzar (almorzar se llamaba a las sopas de tomate o patata de las once de las mañana) al zagal más cercano, antes se tenía la costumbre de obedecer al mayor sin rechistar: Manuel, Fermín, Juan, Valentín… les mandaba una carga o “un camino de agua”. Ellos pasaban muy cercano a “Los Chozos del Guarda” hacia la vaguada donde estaba el Pozo y una pequeña huerta mal atendida… algún “tomate de cuelga” sobresalía de la maleza: Pero antes tenían que hablar con la tía Prudencia que faenaba en la cocina arrimando el puchero, les frenaba para preguntarle: ¡Dónde vais tan temprano…! A buscar agua tía Prudencia, y el tío Joaquín, dónde anda? el tal tío Joaquín era su marido, en “La Hoja” contestaba, ha ido con el perro Paco a ver unos lazos que tiene puestos. No sabíamos que animal había caído en los lazos; pero sí lo que había dejado el mozalbete en las “perchas”… ¡Una paloma rola! Bien hemos empezado la mañana, les decía los hombres. Esa paloma es de “Sacristanía”: nosotros nos quedábamos embobado con el acierto y cierto aire de ignorancia con la procedencia de la paloma. Hasta el verano del año siguiente no comprendimos el saber de aquella gente. No había encinas y chaparros, solamente en la cercana “Sacristanía”. Allí donde estaba enclavada la Era y sus alrededores solamente era: “tierra de retama, tierra de fama”. Sonaba aquello a los “conquistadores” que nos habían enseñado ese mismo año en la escuela; entonces comprendimos que no todo se aprende en la escuela y de eso… ya han pasado muchos años. SALUDOS.
La Era, la Atalaya, el Pozo y los Chozos del guarda, con poca duda, eran los cuatro sitios o lugares principales de “Los Hornos”. Se aceptan matices, pero es donde llega nuestra emotividad, y como parece que a la gente le gusta estos breves relatos en base del número de lectores, que pueden resultar falso como la vida misma; pero vamos allá:
La mañana era calmada, apenas había salido el sol. Los pájaros como veían que la Era era (es lo que tiene el castellano, dos iguales palabras con distintos significados) un lugar ideal para quitar la ayuna de sus agallas con tantos que la Era ofrecía… no paraba de piar. Sigue siendo el momento que nos gusta ver en el campo, el de la mañana temprano. Los labradores: El tío Juan Alves, el tío Barrera, el tío Manué, Tapia, Indalecio, Mauricio, Vicente, el tío Joroba y los hermanos Remedios de Salorino serían los primeros que se espereceaban mirando a la Atalaya, en cuya cercana “verea” no veíamos ningún contrabandista pasar como lo hacían por los años 40, que en las tertulias de noche en las puerta de los sombrajos se recordaban. Los hombres no se ponían de acuerdo el año que en el pueblo se pasó más hambre. Uno saltaba que el por fue el año 40, en menos que pía un pollo: ¡y el 41…! ¡y el 42!, saltaban los otros.
Antes de almorzar (almorzar se llamaba a las sopas de tomate o patata de las once de las mañana) al zagal más cercano, antes se tenía la costumbre de obedecer al mayor sin rechistar: Manuel, Fermín, Juan, Valentín… les mandaba una carga o “un camino de agua”. Ellos pasaban muy cercano a “Los Chozos del Guarda” hacia la vaguada donde estaba el Pozo y una pequeña huerta mal atendida… algún “tomate de cuelga” sobresalía de la maleza: Pero antes tenían que hablar con la tía Prudencia que faenaba en la cocina arrimando el puchero, les frenaba para preguntarle: ¡Dónde vais tan temprano…! A buscar agua tía Prudencia, y el tío Joaquín, dónde anda? el tal tío Joaquín era su marido, en “La Hoja” contestaba, ha ido con el perro Paco a ver unos lazos que tiene puestos. No sabíamos que animal había caído en los lazos; pero sí lo que había dejado el mozalbete en las “perchas”… ¡Una paloma rola! Bien hemos empezado la mañana, les decía los hombres. Esa paloma es de “Sacristanía”: nosotros nos quedábamos embobado con el acierto y cierto aire de ignorancia con la procedencia de la paloma. Hasta el verano del año siguiente no comprendimos el saber de aquella gente. No había encinas y chaparros, solamente en la cercana “Sacristanía”. Allí donde estaba enclavada la Era y sus alrededores solamente era: “tierra de retama, tierra de fama”. Sonaba aquello a los “conquistadores” que nos habían enseñado ese mismo año en la escuela; entonces comprendimos que no todo se aprende en la escuela y de eso… ya han pasado muchos años. SALUDOS.