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MEMBRIO: “UN PUEBLO QUE NUNCA SE ACABA”. 37. Parte II...

“UN PUEBLO QUE NUNCA SE ACABA”. 37. Parte II

Nos sigue llamando poderosamente la atención estas sillas de anea, más propicia para el camposanto que las de camping y encima nos traen al recuerdos, a aquellos “Santos” que en el cementerio ni hablaba ni Dios… bueno Dios sí, que estaba en medio de aquellos responsos interminables delante de los panteones, donde estaban sentadas las piadosas y pacientes mujeres, precisamente en estas clases de sillas y en corro. Se daban unas a otras dinero para que se le “echase” un responso a su querido familiar, hacían constar si era para un “responso cantado” o “responso rezado”, tenían distinto precio. Todavía existían la sepulturas en el suelo, quizás aquello como dice su nombre, contribuían al silencio; ya que aunque había veredas… había sepulturas caídas o abiertas. No había tantas flores, sino multitud de lamparillas encendidas… que eran dignas de ver desde “La Torre” (otro día a este buque insignia de Membrío, le haremos “Un pueblo que nunca se acaba”). Otra cosa tal vez que contribuían al silencio: los velos y pañuelos largos negros que portaban nuestras madres y abuelas. El recogimiento era tal… se nos olvida las “tableras” a la cabeza, donde se llevaba todos los útiles. De aquellas costumbres ya no queda nada. Es más… cualquier parecido con la antigüedad es pura coincidencia. SALUDOS.