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MEMBRIO: ”UN PUEBLO QUE NUNCA SE ACABA” 30. II Parte....

”UN PUEBLO QUE NUNCA SE ACABA” 30. II Parte.

Empezando de que para nada va a servir… y menos si nos queremos situar en las postrimerías de los años 50; tampoco pedimos nada a cambio; solo considerar que este FORO es el “micrófono” de toda la gente que lo quiera usar. Y nosotros lo vamos a usar para relatar una brevísima parte que era el “Día de los Santos” en el campanario. … ya que cerca está.

No todos los muchachos salían al campo a “hacer los santos”, algunos se quedaban merodeando por La Plaza y por el bar (también fue baile) de la tía Pascuala con el único objetivo de … “subir al campanario” en aquella machacona tarde; a las 3 empezaban a doblar las campanas, con la triste partitura del…” blam”: lo hacía la campana grande dos veces, seguida del “dim”, que lo hacia la campana chica… para cerrar con el “blam”; así una y otra vez… hasta las 12 de la noche (ya contaremos lo que sucedía después, donde saldrá la abuela Magdalena, la tía María Obispo y la tía Antonia Rubio, que a las tres, las tenga Dios en la Gloria). No todo el mundo conseguía subir… también había en aquellos tiempos “tráfico de influencia”, quizás se premiaba más la verdadera amistad, el comportamiento “tierra abajo” y la ayuda que se había tenido en pedir por la calle todos los días al salir de escuela… por lo tanto ya se sabía lo que se “cocía”… mejor que se asaba en el campanario. Alguna vez que otra y quizás bastante y durante la tarde se abrían las tres puertas cerradas, que servían de “aduana”: la puerta de la iglesia, la del coro y la del mismo campanario… más aquellos peldaños de escalera que le faltaba la piedra y actuaban de “cepos”. Los que se quedaban fuera no se conformaban… una y otra vez intentaban colar piedras las tenían sobre sus pies) por las ventanas con maravillosa puntería… había muchachos especialistas en tirar la piedras… donde ponían el ojo… ponían la piedra. Se subía y ala derecha junto al esquilón y la escalera de madera había un rincón… donde se hacia la lumbre (no se llamaba fogata ni otras “moderniduras”), que tanto la alimentaban de leña que se había subido el día antes; aquí sin más remedio tiene que entrar la “Casa Grande” por el buen comportamiento que siempre tuvo con los monaguillos, y sobre todo aquella casera, la tía Juana García… que jamás puso ninguna pega, también la tenga Dios en la Gloria… se alimentaba tanto la lumbre, que… alguno no tenía más remedio que saltar: ¡“chacho, chacho… cuidado con la escalera que va a prender”. CONTINUARÁ. Saludos.