Pocos como Don Paco Tejero conocían la idiosincrasia y la patología de los hurdanos; y a sus moradores entregaría su corazón ancho, su dadivosidad, sus conocimientos.
Como un Tosca de fonendos, gozoso de la segunda navegación platoniana, la más plácida y serena, según el filósofo, el doctor Tejero, don Paco, ha emprendido el último vuelo como una oropéndola. Amigablemente don Paco, ha dejado el perfil montañoso de Las Hurdes, donde su figura realzaba el perfil humano y filantrópico de las viejas Hurdes, aquella comarca de sol y sombra, tan lejana, afortunadamente de la actual, otrora imagen solanesca, quebrada, geográficamente, por el acero de las aguas cristalinas del río los Angeles. Mucha vida de don Paco transcurriría junto a ese caudal y esa estampa mugrienta de tejados entre una belleza natural de espliegos, jaras y cantuesos.
En la última visita de Don Juan Carlos a La Hurdes, quiero recordar que en 1998, comentaba con el Monarca, en los aledaños de Pinofranqueado, donde ejerció su carrera don Paco, en una tarea impagable, cuasi samaritana y uno de los últimos abencerrajes hipocráticos de ese colorista y legendario tejadillo, en el norte de la provincia cacereña.
Saludos
Como un Tosca de fonendos, gozoso de la segunda navegación platoniana, la más plácida y serena, según el filósofo, el doctor Tejero, don Paco, ha emprendido el último vuelo como una oropéndola. Amigablemente don Paco, ha dejado el perfil montañoso de Las Hurdes, donde su figura realzaba el perfil humano y filantrópico de las viejas Hurdes, aquella comarca de sol y sombra, tan lejana, afortunadamente de la actual, otrora imagen solanesca, quebrada, geográficamente, por el acero de las aguas cristalinas del río los Angeles. Mucha vida de don Paco transcurriría junto a ese caudal y esa estampa mugrienta de tejados entre una belleza natural de espliegos, jaras y cantuesos.
En la última visita de Don Juan Carlos a La Hurdes, quiero recordar que en 1998, comentaba con el Monarca, en los aledaños de Pinofranqueado, donde ejerció su carrera don Paco, en una tarea impagable, cuasi samaritana y uno de los últimos abencerrajes hipocráticos de ese colorista y legendario tejadillo, en el norte de la provincia cacereña.
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