Romances de Norte y Sur
No supe escoger la tierra
de mi canto, en muchos años.
Dos tierras de honda presencia
eran misterio y regalo.
La dos llevaba en la sangre.
Las dos juntaba en mi abrazo.
Un doble amor recogía
sus paisajes encontrados:
a la derecha palmeras
en galope de penachos;
a la izquierda vientos grises
sobre desvelo de barcos.
Aquí, las playas de sol...
Allá, los ríos helados...
No supe escoger la tierra
de mi canto, en muchos años.
Dos tierras de honda presencia
eran misterio y regalo.
La dos llevaba en la sangre.
Las dos juntaba en mi abrazo.
Un doble amor recogía
sus paisajes encontrados:
a la derecha palmeras
en galope de penachos;
a la izquierda vientos grises
sobre desvelo de barcos.
Aquí, las playas de sol...
Allá, los ríos helados...