Acabo de aterrizar en el Aeropuerto de origen. Me ha dado pena dejar sola a Santa Marina (es una santa que siempre tuvo mi aprecio) pero, más aun me ha dado no haber podido dar las gracias a mi amiga coguta, por sus riquísimas aceitunas. No he podido, porque no sé quien es- y conste que lo pregunté-. En fin, desde aquí lo hago. Ha sido todo un detallazo, amiga coguta. Y, he de decirte, que no les di tiempo al zapatoneo. Tampoco me he puesto malo. Y, aunque ya, materialmente, estarán cerca de “Triana”, no te quepa la menor duda de que, desde el espíritu, están en mi corazón. Un beso. PC