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MEMBRIO: Me lo dijo mas de una vez mi amigo Zacarias sin apenas...

Me lo dijo mas de una vez mi amigo Zacarias sin apenas levantar la cabeza, y sus palabras llevaban el ritmo contundente de los azadonazos que con precisión de cirujano iban abriendo la esponjosa tierra del extremo de la huerta donde había plantado las patatas.

-“No entenderé nunca a los de la ciudad”, repetía tan machacón como su trabajo, inaudito para un hombre con más de 70 años.
- ¿Qué no entiendes, Zacarias
­ -“Lo de los chalés esos que han construido en el pueblo, todos bien apretados, y con ese"cachino huerta" que no usan para nada”.
-Sí que la usan, son jardines”.
-“ ¿Jardines? Sólo tienen plantada hierba, y sin vacas ¿para qué quieren todo ese pasto?”
Y mi amigo Celes, que vivía en un adosado de esos, lleguó a casa, quitó el césped y planto tomates, puerros, alubias, calabacines y hasta frambuesas, las más sabrosas que nunca he probado. Zacarias lo vio tan normal, pues siempre detrás de la casa tuvo una huerta, pero sus vecinos lo tomaron por tonto. Y el de al lado refunfuñaba con indisimulado odio cada vez que una hoja de la parra caía en SU jardín y la recogía como quien recoge la caca del perro del vecino.
Por suerte las cosas están cambiando en nuestro país. Un poco por concienciación y otro poco por la crisis, las huertas urbanas están floreciendo no sólo en los chalés, balcones y azoteas, sino en las calles de las ciudades españolas. Esta nueva “revolución verde” está renovando solares abandonados, jardines paupérrimos, cambiando basuras y escombros por variados cultivos, rápidamente animados por una cohorte de cantarines mirlos. La agricultura urbana ha llegado. Y con ella la posibilidad de recuperar el contacto perdido con la naturaleza, hacer más sanas las ciudades, socializar con sus habitantes y ofrecernos el placer único de degustar sabores olvidados generados por nuestro propio esfuerzo personal.
No nos quitarán el hambre, ni reducirán nuestra factura en el supermercado, es verdad, pero estas huertas nos hacen más felices. Y más sabios.

SALUDOS... FALCO