El porvenir de lo natural es lento, conforme, adecuado a la capacidad y a los límites. En esto, casi diametralmente opuesto a nuestro ya descarado sobrepasarlo todo. Lástima recordarlo ahora que todo quiere a todo en los espacios limpios, abiertos y libres.
Del mes pasado se dijo que lo morado, lo malva y lo violeta acaparaba los aires bajos. El mes de abril tiene una clara tendencia al amarillo, al menos en los espacios más representativos de una península que tiene la suerte de ser muchos mundos al mismo tiempo. Del gualdear de la vegetación son responsables algunas leguminosas silvestres como retamas, carquesias y varios de nuestros viejos amigos, los árboles de la familia de los Quercus, es decir, encinas, quejigos y alcornoques. Cada inflorescencia masculina de estos últimos es como un racimo de oro, como el más elegante pendiente en la oreja más hermosa.
La densidad de aconteceres desborda nuestros sentidos. En cada palmo, a cada minuto se abre un episodio de la vida. Aunque las montañas todavía duermen, buena parte de nuestros paisajes bullen. Todo se colorea, todo suena, los aires van llenos de olores y hasta se puede paladear ese deleite que a veces llamamos confianza en el futuro. Que no otro es el impulso que mueve a las praderas y cultivares a escalar otro palmo de altura. Nacen a borbotones las primeras polladas de los pájaros residentes al tiempo que llega por el sur un buen número de aves estivales como ruiseñores, pechiazules, alzacolas, vencejos, carracas, abejarucos, tórtolas, oropéndolas, águilas calzadas y culebreras.
--"Buscamos la Naturaleza porque buscamos lo mejor de nosotros mismo: nuestra infancia".--
Del mes pasado se dijo que lo morado, lo malva y lo violeta acaparaba los aires bajos. El mes de abril tiene una clara tendencia al amarillo, al menos en los espacios más representativos de una península que tiene la suerte de ser muchos mundos al mismo tiempo. Del gualdear de la vegetación son responsables algunas leguminosas silvestres como retamas, carquesias y varios de nuestros viejos amigos, los árboles de la familia de los Quercus, es decir, encinas, quejigos y alcornoques. Cada inflorescencia masculina de estos últimos es como un racimo de oro, como el más elegante pendiente en la oreja más hermosa.
La densidad de aconteceres desborda nuestros sentidos. En cada palmo, a cada minuto se abre un episodio de la vida. Aunque las montañas todavía duermen, buena parte de nuestros paisajes bullen. Todo se colorea, todo suena, los aires van llenos de olores y hasta se puede paladear ese deleite que a veces llamamos confianza en el futuro. Que no otro es el impulso que mueve a las praderas y cultivares a escalar otro palmo de altura. Nacen a borbotones las primeras polladas de los pájaros residentes al tiempo que llega por el sur un buen número de aves estivales como ruiseñores, pechiazules, alzacolas, vencejos, carracas, abejarucos, tórtolas, oropéndolas, águilas calzadas y culebreras.
--"Buscamos la Naturaleza porque buscamos lo mejor de nosotros mismo: nuestra infancia".--