D. FRANCISCO
Te reitero las gracias por el regalo que nos haces cada mañana y por tu persistencia en esas llamadas angelicales que nos dedicas a todos.
No tengas en cuenta si algunos no te contestamos, ya nos conoces, nos gusta hacernos los remolones, y tú acostumbras a despertarnos muy temprano.
Es un placer ver cada mañana que sigues con nosotros, eres la referencia del nuevo día.
Hoy no he tenido pereza y me he levantado pronto porque quiero ir a la escuela; me siento como un niño. Me he puesto mi babi nuevo y he rellenado mi plumier con lapiceros de colores.
Dibujaré un cuadro con un inmenso sol; y a lo lejos una montaña grande, muy grande; y también pintaré un pajarito volando y unos niños jugando; y un árbol; y un río largo, muy largo, con un barquito; y, y, … y otro árbol; y un avióóóón; y…, y…, una nube que tenga poca agua; no quiero pintar nubarrones, porque luego llueve y me mojo, y me ensucio los zapatitos de charol; quiero pintar un arco iris que juegue con el sol.
De ese arco iris se balancea un columpio, que mece a una niña por encima de la montaña; cada vez que la veo me cuenta que te ve, que detrás estás tú.
Este bonito cuadro he pintado en la escuela para ti; te lo mando en el avióóóóón, para que llegue pronto a Guatemala; lo recoges y lo pones en tu casita, colgado en tu habitación.
La niña del columpio, que es la amiguita que siempre juega conmigo, me ha dicho que ayer te vio, que se soltó de una mano y te saludó; y quiere que le digas si te gustó el beso que te mandó. Ahora te manda otro, envuelto en papel de regalo; lo he puesto en una cajita con mucho cuidado, junto con las escarpias y la cuerda para que cuelgues el cuadro; también hay un bombón, y ese te lo mando yo.
…
Le he pedido permiso a la maestra para que en el recreo deje que mis papis me lleven a Barajas; ¡uy, qué ganas tengo que salga el avión!
Te reitero las gracias por el regalo que nos haces cada mañana y por tu persistencia en esas llamadas angelicales que nos dedicas a todos.
No tengas en cuenta si algunos no te contestamos, ya nos conoces, nos gusta hacernos los remolones, y tú acostumbras a despertarnos muy temprano.
Es un placer ver cada mañana que sigues con nosotros, eres la referencia del nuevo día.
Hoy no he tenido pereza y me he levantado pronto porque quiero ir a la escuela; me siento como un niño. Me he puesto mi babi nuevo y he rellenado mi plumier con lapiceros de colores.
Dibujaré un cuadro con un inmenso sol; y a lo lejos una montaña grande, muy grande; y también pintaré un pajarito volando y unos niños jugando; y un árbol; y un río largo, muy largo, con un barquito; y, y, … y otro árbol; y un avióóóón; y…, y…, una nube que tenga poca agua; no quiero pintar nubarrones, porque luego llueve y me mojo, y me ensucio los zapatitos de charol; quiero pintar un arco iris que juegue con el sol.
De ese arco iris se balancea un columpio, que mece a una niña por encima de la montaña; cada vez que la veo me cuenta que te ve, que detrás estás tú.
Este bonito cuadro he pintado en la escuela para ti; te lo mando en el avióóóóón, para que llegue pronto a Guatemala; lo recoges y lo pones en tu casita, colgado en tu habitación.
La niña del columpio, que es la amiguita que siempre juega conmigo, me ha dicho que ayer te vio, que se soltó de una mano y te saludó; y quiere que le digas si te gustó el beso que te mandó. Ahora te manda otro, envuelto en papel de regalo; lo he puesto en una cajita con mucho cuidado, junto con las escarpias y la cuerda para que cuelgues el cuadro; también hay un bombón, y ese te lo mando yo.
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Le he pedido permiso a la maestra para que en el recreo deje que mis papis me lleven a Barajas; ¡uy, qué ganas tengo que salga el avión!