LA ZORRA Y EL LOBO
Había una vez una vez un compadre lobo y una comadre zorra.
El lobo, un día le dice a la zorra:
- “Tú te vas a los corrales y sacas una oveja. Yo voy a donde están los pastores y los entretengo para que no se den cuenta y después nos la comemos”.
El lobo fue hacia donde estaban los pastores que almorzaban migas, y la zorra se quedó escondida viéndolo todo.
Cuando los pastores vieron al lobo que se acercaba, corrieron detrás de él, la zorra aprovechó y rebañó todas las migas que quedaban en la sartén.
El lobo tuvo que salir huyendo porque los perros del rebaño fueron detrás de él y le querían morder.
Cuando pasó un buen rato la zorra y el lobo volvieron a juntarse.
- “ ¡Qué cansada vengo!” - comentó la zorra-.
A lo cual el lobo le contestó:
- “Móntate encima de mí un rato y descansarás”.
La zorra tranquilamente se sentó a lomos del lobo y canturreaba:
- “Zorra maaaaaaaaaangalutera, harta de migas de las caaaaaaaaaaballeras”.
El lobo intrigado le preguntó que qué era eso que estaba cantando.
- “Nada, nada” - contestaba la zorra-.
Pero el lobo, que algo se guipaba, imaginó lo ocurrido y la dejó tirada en la carretera.
La astuta de la zorra que vio venir a un arriero se hizo la muerta.
El arriero iba cargado de sardinas. Éste pensó que la zorra efectivamente estaba muerta, la cogió y la echó al carro.
La zorra cuando se vio allí, con tanta comida, empezó a papárselas todas dejando solamente la raspa que, con mucho cuidado, las iba echando a un saco.
Cuando ya estuvo harta, se bajó del carro llevándose el saco sin que el arriero se diera cuenta.
Vio de nuevo al lobo y éste le preguntó:
- “ ¿De dónde has sacado tantas sardinas?”
- “Claro, tú como no has querido” -contestó la zorra- (aunque la respuesta no viniera mucho a cuento).
Pero la zorra, que lo pensó mejor, le contó al lobo que después de haberla dejado tirada él en la carretera, encontró un charco, se metió en él y allí estaban todas las sardinas.
El lobo, más tonto que tonto, se lo creyó y fue en busca del charco. Cuando lo encontró se tiró al agua en busca de las sardinas con tanto ansia que se ahogó.
Y la zorra más astuta que él, de nuevo volvió a salvarse y a salirse con la suya.
Y colorín colorado este lobuno y astuto cuento ha terminado!
Había una vez una vez un compadre lobo y una comadre zorra.
El lobo, un día le dice a la zorra:
- “Tú te vas a los corrales y sacas una oveja. Yo voy a donde están los pastores y los entretengo para que no se den cuenta y después nos la comemos”.
El lobo fue hacia donde estaban los pastores que almorzaban migas, y la zorra se quedó escondida viéndolo todo.
Cuando los pastores vieron al lobo que se acercaba, corrieron detrás de él, la zorra aprovechó y rebañó todas las migas que quedaban en la sartén.
El lobo tuvo que salir huyendo porque los perros del rebaño fueron detrás de él y le querían morder.
Cuando pasó un buen rato la zorra y el lobo volvieron a juntarse.
- “ ¡Qué cansada vengo!” - comentó la zorra-.
A lo cual el lobo le contestó:
- “Móntate encima de mí un rato y descansarás”.
La zorra tranquilamente se sentó a lomos del lobo y canturreaba:
- “Zorra maaaaaaaaaangalutera, harta de migas de las caaaaaaaaaaballeras”.
El lobo intrigado le preguntó que qué era eso que estaba cantando.
- “Nada, nada” - contestaba la zorra-.
Pero el lobo, que algo se guipaba, imaginó lo ocurrido y la dejó tirada en la carretera.
La astuta de la zorra que vio venir a un arriero se hizo la muerta.
El arriero iba cargado de sardinas. Éste pensó que la zorra efectivamente estaba muerta, la cogió y la echó al carro.
La zorra cuando se vio allí, con tanta comida, empezó a papárselas todas dejando solamente la raspa que, con mucho cuidado, las iba echando a un saco.
Cuando ya estuvo harta, se bajó del carro llevándose el saco sin que el arriero se diera cuenta.
Vio de nuevo al lobo y éste le preguntó:
- “ ¿De dónde has sacado tantas sardinas?”
- “Claro, tú como no has querido” -contestó la zorra- (aunque la respuesta no viniera mucho a cuento).
Pero la zorra, que lo pensó mejor, le contó al lobo que después de haberla dejado tirada él en la carretera, encontró un charco, se metió en él y allí estaban todas las sardinas.
El lobo, más tonto que tonto, se lo creyó y fue en busca del charco. Cuando lo encontró se tiró al agua en busca de las sardinas con tanto ansia que se ahogó.
Y la zorra más astuta que él, de nuevo volvió a salvarse y a salirse con la suya.
Y colorín colorado este lobuno y astuto cuento ha terminado!