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MEMBRIO: EL LABRADOR, LA PEGA Y LA ZORRA...

EL LABRADOR, LA PEGA Y LA ZORRA

Esto era una vez un labrador que cuando iba a labrar la tierra, se encontró un nido de pegas con cinco peguinos. Tenía que marcharse a labrar pero los dejó en el mismo lugar donde los había encontrado.

A los dos o tres días volvió a ver cómo estaban los peguinos y vio que faltaba uno y dijo canturreando:

- “Peeeeeega, Meeeeeeeeeega, Blaaaaaaaaanca y Neeeeeeeeeegra, ¿dónde has echado al otro peeeeego, meeeeeego, blaaaaaaaanco y neeeeeeeegro?”

A lo cual la pega contestó:
- “Es que vino la zorra y me dijo que si no le daba un pego que echaba mano al rabo y cortaba un carvallo.

Al día siguiente volvió de nuevo la zorra al nido a pedirle otro pego. Con lo cual ya solo le quedaban tres.

Cuando pasaron dos días regresó el labrador, se dio cuenta de que faltaba otro peguino y volvió a canturrear:

- “Peeeeeega, Meeeeeeeeeeega, Blaaaaaaaaaanca y Neaaaaaaaaagra. ¿dónde has echado al otro pego que no veo?
- “Volvió la zorra y me pidió otro pego, mego, blanco y negro. Me amenazaba diciéndome que si no se lo tiraba, con su rabo cortaría el carvallo. Y entonces se lo tiré” – contestó la pega-.
- “Si viene otra vez le dices que el rabo de la zorra no corta el carvallo porque el que lo corta es el mallo del labrador” - contestó el labrador muy enfadado -.

Después de esta conversación con la pega, el labrador se fue.
Al día siguiente la zorra volvió de nuevo, diciendo lo mismo que los días anteriores. Cuando la pega le transmitió lo que el labrador le había dicho que le respondiera, la zorra se enfadó y pensó en poner las cuentas claras al labrador para que no se metiera en sus cosas.

La zorra se acercó a donde labraba el hombre y esperó a que éste descansara para vengarse.
Al rato llegó el labrador y dejó las coyundas debajo de un árbol mientras almorzaba, pero la zorra que estaba al acecho se acercó, las cogió y se las llevó a su zorrera.
Cuando el labrador quiso trabajar de nuevo, no pudo hacerlo porque no tenía coyundas.

Menos mal que había visto todo el burro que le acompañaba cada día, un burro viejo y leal que le dijo a su amo:

- “Si me echas una cuartilla de cebada, te traigo las coyundas que yo sé quién se las ha llevado y dónde están”.

El labrador, que se fiaba mucho de su burrino, así lo hizo.
El burro se fue, llegó a la zorrera, se tumbó delante de la entrada y se hizo el muerto. La zorra que lo vio quiso apartarlo de su puert; sacó las coyundas y a sus zorrinos para atarlos a éstas para que tiraran del burro. Cuando el burro se vio atado, salió corriendo arrastrando las coyundas y con ellas a los zorrinos, claro.

La zorra, que sorprendida, lo estaba viendo todo, se quedó en la puerta de la zorrera repitiendo sin saber qué más hacer y empezó con la retahila:

- “Juan Maríííííííííííííííía, déjate de esa porfíííííííííííía. Viceeeeeeeente deja la burra y veeeeeeeeeeente”

El burro, atado a las coyundas, seguía corriendo y rebuznando hasta que llegó a donde estaba el labrador. Tan contento se puso éste, que le volvió a echar otra cuartilla de cebada como premio y como era un buen hombre soltó a los zorrinos ya que en el fondo no tenían culpa de lo que su madre había hecho con los peguinos.

Por esta vez a la zorra no le sirvió de mucho su astucia.

……….. Y ESTE CUENTO SE ACABÓ…………..