Yo conozco muy bien ese lugar y lo tengo calificado: “Tierra de
Santos”. Cuando por ese
camino íbamos al
pozo para llenar los cantaros de
agua para beber en
la era, e incluso por otros muchos lugares había que ser algo toreros, Los Murieles tenían una
ganadería de
toros bravos y estaban por toda la
finca, pasábamos entre ellos y se quedaban mirando e incluso se acercaban pero nunca pasaba nada, eso sí, nos aplicábamos los consejos que nos daba el señor Nicolás: no espantarlos, no pararnos mirándolos,
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