Bueno días. Bae, tráeme un poco de tus pilas. Y, de paso, de la extinta Calvo Sotelo, un aire, una flor, un sueño. Tráeme de allí, una piedra de la que fue mi calle; tan bulliciosa y silente a la vez. Coge una estrofa de la canción del agua, que vaga solitaria junto a la acera que ves al norte, y me la dejas junto al vidrio de mis ojos. Yo sabré recompensarte. Besos. PC