Amigo, BODES. La tierra no da ni quita oportunidades. La tierra es inanimada. Son las personas, unido a las circunstancias, las que nos dan o nos quitan. Muchas veces, en realidad, somos nosotros mismos los que nos damos o quitamos.
Queremos a nuestra tierra, y a nuestro pueblo (un pueblo, que, bien mirado, no significa nada en el concierto mundial) porque el sentido así lo quiere. Porque, como los elefantes, buscamos la raíz de la nacencia. Porque, allí, jugamos, lloramos, amamos; sentimos, en una palabra. Porque allí, vivimos la infancia, que es la edad donde la mentira no tiene cabida. Porque, allí, huyendo del chauvinismo, y entendiendo que en nuestro pueblo se puso el Sol, y que un manto de sombra adorna su paisaje; que lo vemos agonizando, entre tedios, penumbras y alambres. Entendiendo, aun más, que nuestra tierra, es un tremendo grito que calla mientras sufre. Allí, digo, está la raíz de la encina que nos parió. Es una llamada, muchas veces inexplicable. Es, como querer ir, entre las amapolas y la jaras, a ti mismo a buscarte; una voz que te susurra, como a Ulises las sirenas, pero más suave. Es, amigo BODES, esa seda de la dulce niña, que pone sus dedos sobre tus labios, para que te calles. Es, el Alma, el espíritu, el Sol, la lluvia, las patéticas farolas, los bolindres, los cuescos, las chapas, las esquinas, el aire. Es la luz, el camino, el pardal, la Comarcá, el alto la Charca, los huertos, los portillos, el Realito, la calle. Son, las paredes blancas, las campanas, la feria, la Semana Santa, los carnavales; los Guardias Civiles, los Municipales. Es, un infinito beso, robado a una doncella amable. Y, también, los grillos, tus grillos, amigo BODES; y ese silencio de los nuestros, interminable. Son tantas cosas, amigo, que ahora me acuerdo de una guitarra y la acordeón del Baleares. Tantas cosas, que estaría aquí una eterna Primavera, dándote detalles. Se os quiere. PC
Queremos a nuestra tierra, y a nuestro pueblo (un pueblo, que, bien mirado, no significa nada en el concierto mundial) porque el sentido así lo quiere. Porque, como los elefantes, buscamos la raíz de la nacencia. Porque, allí, jugamos, lloramos, amamos; sentimos, en una palabra. Porque allí, vivimos la infancia, que es la edad donde la mentira no tiene cabida. Porque, allí, huyendo del chauvinismo, y entendiendo que en nuestro pueblo se puso el Sol, y que un manto de sombra adorna su paisaje; que lo vemos agonizando, entre tedios, penumbras y alambres. Entendiendo, aun más, que nuestra tierra, es un tremendo grito que calla mientras sufre. Allí, digo, está la raíz de la encina que nos parió. Es una llamada, muchas veces inexplicable. Es, como querer ir, entre las amapolas y la jaras, a ti mismo a buscarte; una voz que te susurra, como a Ulises las sirenas, pero más suave. Es, amigo BODES, esa seda de la dulce niña, que pone sus dedos sobre tus labios, para que te calles. Es, el Alma, el espíritu, el Sol, la lluvia, las patéticas farolas, los bolindres, los cuescos, las chapas, las esquinas, el aire. Es la luz, el camino, el pardal, la Comarcá, el alto la Charca, los huertos, los portillos, el Realito, la calle. Son, las paredes blancas, las campanas, la feria, la Semana Santa, los carnavales; los Guardias Civiles, los Municipales. Es, un infinito beso, robado a una doncella amable. Y, también, los grillos, tus grillos, amigo BODES; y ese silencio de los nuestros, interminable. Son tantas cosas, amigo, que ahora me acuerdo de una guitarra y la acordeón del Baleares. Tantas cosas, que estaría aquí una eterna Primavera, dándote detalles. Se os quiere. PC